Por Orestes Martí.
En junio del año 2018, el Presidente de la Coordinadora Internacional TESORO recomendó a la Dirección de la Red Social Territorial TESORO de Cuba y a la Red Social Integrada Martianos, le fuera concedida -por los méritos acumulados en defensa de su patria- la condición de “Miembro de honor de la RSI Martianos” a Nazario Pérez Díaz. Era además un “compromiso pendiente” junto a otros destacados combatientes cuya historia no es -en nuestra opinión- suficientemente conocida más allá de determinados círculos.
Hoy -próximos a conmemorar un año más el triunfo de la última etapa insurreccional del proceso revolucionario cubano- de igual forma, el CG y Presidente de TESORO ha propuesto conceder dicha condición a Manuel Quiñones Clavelo (Pedro Luis Rodríguez) y al mismo tiempo dar a conocer una parte de su extraordinaria actividad, para lo cual se ha creído oportuno reproducir de forma íntegra el artículo “Centinelas insomnes de la Patria”, del destacado historiador y Coronel René González Barrios, publicado en la Revista Verde Olivo en diciembre del año 2010:
El capitán del Ejército Rebelde Manuel Quiñones Clavelo, Pedro Luis Rodríguez, recién había regresado de Moscú, tras un curso intensivo de apenas tres meses de preparación en una especialidad completamente desconocida para él: la Inteligencia Militar. A la sazón, su experiencia combativa se limitaba a la actividad en las filas del Partido Socialista Popular y del aparato clandestino del 26 de julio, en la natal Zaza del Medio, y de combatiente guerrillero en la Columna №8 Ciro Redondo, a la que se incorporó en Las Villas durante la invasión. En los primeros momentos del triunfo, había formado parte del G-2, del Ejército Rebelde.
El entonces jefe del Estado Mayor General. comandante Sergio del Valle, le planteó una nueva, compleja y delicada misión: crear un órgano de análisis para el estudio de las fuerzas armadas del enemigo principal de la soberanía de Cuba y la monitorización permanente de sus actividades. El 5 de diciembre de 1960 quedaba oficialmente constituida la Sección de Información del Estado Mayor General.
Con la incertidumbre propia de cualquier inicio, comenzó el capitán Pedro Luis la organización de la nueva tarea, junto a otros cinco jóvenes procedentes de las Milicias Nacionales Revolucionarias. Estricto apego a la verdad sería, desde entonces, un credo venerado.
Para el naciente órgano no habría un minuto de descanso. El enemigo era poderoso y su agresividad imponía el ritmo de trabajo. Las circunstancias obligaban a los fundadores de la Inteligencia Militar a ser audaces y valientes. Contaba con la confianza y el respaldo total de los jefes de la Revolución, en especial del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
Las notas tomadas por Pedro Luis, durante el curso relámpago en Moscú sirvieron para identificar conceptos y apreciaciones acerca del enemigo, estructura de mando, táctica de combate, normas para desembarcos, unidades de asalto, blindadas, técnica y armamento y sus bases e instalaciones.
Los asesores hispano soviéticos, quienes desde los días iniciales del triunfo nos acompañaron, transmitieron sus conocimientos sobre la materia. Los integrantes de la Sección de Información suplían la falta de experiencia con la total consagración.
Constituía la principal fuente para el estudio de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos el análisis del contenido de diferentes publicaciones. Especial atención se prestaba a las agresiones piratas y a las bandas contrarrevolucionarias diseminadas a lo largo del país.
Durante el combate diario eran diseñadas las estructuras del sistema de la Inteligencia Militar. Muy pronto llegaron a la conclusión de que una agresión militar directa era inminente. Se apreciaron diferentes zonas de desembarco, entre ellas, Playa Girón.
Capitán Pedro Luis Rodríguez y teniente Elio López, en los días posteriores a la victoria de Playa Girón.
Girón: Prueba de fuego
Comenzada la agresión mercenaria el 17 de abril, la Sección de Información del Estado Mayor General recibió como misión principal la obtención de información sobre el enemigo que había desembarcado, la posibilidad de desembarcos en otras zonas del país y, sobre todo, la eventual participación directa de las fuerzas armadas norteamericanas en la agresión.
Con la finalidad de interrogar prisioneros u obtener datos del contacto de nuestras tropas con el enemigo, el propio día 17 el capitán Pedro Luis envió al teniente Elio López al central Australia. El 18 exploró personalmente el oeste de la capital hasta la región de Bahía Honda, en la provincia de Pinar del Río, donde señales diversionistas de unidades navales norteamericanas simulaban posibles desembarcos.
La Sección de Información realizó un importante papel en la obtención de información acerca de la preparación de los mercenarios, la participación norteamericana y de algunos gobiernos latinoamericanos y la preparación de la brigada; no obstante, había tenido un rol limitado durante los combates. El trabajo más duro, sin embargo, comenzó cuando la invasión fue derrotada.
Tras participar en la organización de traslado de los prisioneros desde Playa Girón, y una vez concentrados en la Ciudad Deportiva de la capital, el capitán Pedro Luis recibió la orden del Comandante en Jefe de hacerse cargo de la custodia, de los interrogatorios, y de la elaboración de los informes conclusivos de la invasión.
La orden era terminantemente clara en cuanto a la garantía de las condiciones de vida y del trato humanitario.
En el Hospital Naval, aún a medio construir, la tropa de la Sección de Información –a la cual se habían incorporado nuevos integrantes–, de conjunto con un batallón de milicias, que había sido designado para la protección del campamento, organizó las condiciones de vida y ejecutó el interrogatorio de mil 181 prisioneros, quienes revelaron hasta los más mínimos detalles de la infausta aventura.
Además, hubo que organizar el plan de visitas para los familiares –en ocasiones más de una al día–, el flujo de correspondencia, la recepción de alimentos… Por aquellos días el Comandante en Jefe, personalmente, frecuentaba la instalación para conversar con los prisioneros. Su presencia en medio de las complejas condiciones de entonces, era un estímulo para el trabajo y la profesionalidad. No hubo que lamentar un solo incidente, el profesionalismo de aquellos pioneros de la Inteligencia Militar quedaron para la historia el reconocimiento del máximo líder de la Revolución, por la labor realizada y los informes conclusivos sobre la composición social de la brigada mercenaria 2506, la preparación y estructura, y la vinculación directa del gobierno de los Estados Unidos y sus fuerzas armadas en el zarpazo. Al jefe de la Sección, capitán Pedro Luis Rodríguez, cupo la honra de fungir como acusador principal en el juicio a los mercenarios.
Nuevos desafíos
Vendrían de inmediato nuevas misiones. El órgano de Inteligencia se incrementaría en cantidad de hombres, y a la estructura de información y análisis se añadiría una sección de exploración táctica y otra estratégica, que incluía la atención a la Base Naval de los Estados Unidos, en la Bahía de Guantánamo.
En junio de 1961 se le subordinó a la Sección, la primera unidad de reconocimiento en interés del Estado Mayor General, con el nombre de Compañía Ligera de Combate, radicada en el poblado de El Chico, al suroeste de la capital.
Se establecieron, a lo largo del país, los puestos de observación, fundamentalmente en los cayos y áreas costeras, donde en condiciones precarias, los exploradores lucharían contra las incursiones piratas. Helicópteros, varias avionetas y lanchas rápidas fueron, entonces, los principales medios de combate de la Inteligencia Militar. La cayería del norte de la Isla, desde Cayo Blanco hasta el norte de la actual provincia de Ciego de Ávila, fue testigo del accionar de los exploradores. Se creó un destacamento de “hombres rana”, para asegurar la exploración y el combate naval, y uno de paracaidistas.
Resultaron seleccionados oficiales de exploración en los ejércitos y las armas.
Poco después comenzaría la asesoría soviética y con ella los primeros pasos en el desarrollo de la exploración radioelectrónica, iniciada con la formación de pequeñas unidades de “radioescuchas”.
La dinámica incansable del momento colocó a los fundadores en mejores condiciones para enfrentar la Crisis de Octubre y la inminencia de una guerra nuclear. La Sección de Información ocupó, en aquellos días turbulentos, un local colindante al del Comandante en Jefe, en el Puesto de Mando Provisional de las FAR, frente al del Jefe del Estado Mayor General.
El Comandante en Jefe y los principales jefes de las FAR lo visitaban a diario. Con arduo e intenso trabajo, ganó prestigio y un espacio especial en la consideración del mando de la Revolución.
Después de la Crisis de Octubre, la lucha contra piratas constituyó una de las misiones principales. Desde un Puesto de Mando avanzado en la península de Hicacos, con medios de aviación y marina subordinados, dirigió múltiples y exitosas operaciones contra enemigos que pretendían atacar el país o infiltrar armamentos para las bandas contrarrevolucionarias.
En diciembre de 1963, la misión de lucha contra piratas se entregó al Ministerio del Interior; la especialidad concentró sus esfuerzos en el estudio y observación permanente de las fuerzas armadas del enemigo principal.
El ya comandante Manuel Quiñones Clavelo, primer jefe de la Inteligencia Militar en las FAR, mientras trabajaba en el terreno
El ciclón Flora vio a los hombres de la Inteligencia Militar en la primera trinchera, junto al Comandante en Jefe, en las unidades anfibias, mientras rescataba campesinos. Días después del desastre natural, cumpliendo órdenes del entonces comandante Raúl Castro Ruz, el jefe de la Sección de Inteligencia partía en un buque hacia Argelia, conduciendo la técnica militar con que tropas cubanas llevarían a cabo la primera misión internacionalista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
La Sección de Información adoptó, en 1964, el nombre de Dirección de Información Militar y, en 1973, el actual: Dirección de Inteligencia Militar.
Múltiples serían en esos años los desafíos, en Cuba y en el cumplimiento de misiones internacionalistas. Ha caracterizado el trabajo, la garantía de nuestra soberanía con el aseguramiento informativo oportuno a nuestros jefes y tropas para la toma de decisiones.
El legado
La lealtad patriótica y la entrega incondicional de los hombres de la Inteligencia Militar cubana se remontan, a las guerras por la independencia de Cuba.
Jefes militares como Máximo Gómez, Ignacio Agramonte, Vicente y Calixto García, Manuel de Jesús Calvar, Carlos Roloff, entre otros, establecieron redes de agentes dentro de las propias filas del enemigo. El mayor general Federico Fernández Cavada creó, a inicios de la Guerra de los Diez Años, un servicio “del espionaje y la exploración militar”, al frente del cual designó al teniente coronel Félix Germán Barrio-Howard.
Abogados, periodistas, comerciantes, conductores de trenes, telegrafistas, voluntarios, campesinos, sacerdotes, mujeres, niños, brindaron informaciones valiosas y apoyo logístico, desde las sombras, al Ejército Libertador. Sus contemporáneos los identificaron como laborantes, confidentes o agentes. Carlos Manuel de Céspedes y José Martí hicieron gala de excelencia como conspiradores y organizadores de servicios secretos. Los campos de batalla fueron testigos de la audacia y efectividad de la exploración militar. La invasión de Oriente a Occidente, en la guerra del 95, fue el más vivo ejemplo.+Continuadores de la Inteligencia Mambisa fueron los miembros del Servicio de Inteligencia Rebelde creado, en el mes de marzo de 1958, por el comandante Raúl Castro Ruz en el II Frente Oriental Frank País, al frente del cual fungió el entonces teniente Arturo Lince González.
Múltiples acciones cumplió la Inteligencia Rebelde a lo largo del país, sobre todo, en el territorio de la antigua provincia de Oriente, desde donde operaban y partieron las principales columnas rebeldes. Las células del 26 de Julio, del Partido Socialista Popular brindaron desde la clandestinidad, la información requerida, así como auxiliaron la invasión y la liberación de pueblos y ciudades.
Grupo de exploración, durante el cumplimiento de misión internacionalista en la República Popular de Angola.
Cincuenta años después
Herederos de los hombres y mujeres de la Inteligencia Mambisa, la Inteligencia Rebelde y los fundadores de la especialidad en los primeros años de la Revolución, la nueva generación, orgullosa del legado histórico, asume los cada vez más complejos retos impuestos por el enemigo actual con su galopante desarrollo tecnológico. Algunas premisas se mantienen intactas.
El trabajo es permanente, sin descanso y apasionante.
Otras son hoy las condiciones. Mejor la preparación individual y más modernos y efectivos los medios de que disponemos para cumplir, con humildad y orgullo, esta tarea. La juventud predomina.
Asimismo, la lealtad y la entrega continúan invariables, sólidos e inamovibles en el enfrentamiento constante a los más variados y complejos desafíos y en la vigilancia y el estudio permanente del enemigo, como contribución a la seguridad de la Patria.
Seres modestos y anónimos, continuarán guardando el sueño del pueblo trabajador, con los oídos receptores y la pupila insomne, siempre a las órdenes de la Patria.
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Vídeos:
Canal Cuba: Inteligencia y contrainteligencia |
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NOTA: El contenido del Canal se mantiene cambiante de acuerdo con la paulatina incorporación de nuevos vídeos. |
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