Para
comenzar, un pequeñísimo dato histórico enciclopédico “El G7 nació
como consecuencia de una ruptura en la economía internacional, hacia la década
de los setenta, siendo reflejo de la necesidad de cooperación y coordinación de
las potencias económicamente dominantes del sistema internacional.
“En un primer momento, los ministros de finanzas de Inglaterra, Estados
Unidos, Francia, Alemania y Japón comenzaron a reunirse a iniciativa del
entonces secretario del tesoro estadounidense George Shultz. Estas
reuniones comenzaron en marzo de 1973 y tomaron lugar en la biblioteca de la
casa blanca, de ahí que el grupo fuera llamado “The Library Group”.
Posteriormente, durante la cumbre anual del Fondo Monetario Internacional
(FMI) y del Banco Mundial (BM), que tuvo lugar en Nairobi, el
grupo de los cinco (G5) fue instaurado formalmente”.
“La cumbre de Rambouillet, Francia, llevada a cabo del 15 al 17 de
noviembre de 1975, marcó la entrada de Italia al grupo y, posteriormente,
durante la cumbre de San Juan, Puerto Rico, en 1976, Canadá se
unió, formando el Grupo de los Siete (G7)”.
En
su sitio oficial, la Plataforma de vocación social Prensa Latina ofrece
una mirada -altamente recomendable- sobre el tema que hoy abordamos, y
compartimos a continuación, iniciando este Resumen informativo….
Panamá.- La pesadilla ambiental comenzó a mediados de la década de 1980,
cuando un grupo de científicos anunció el descubrimiento del agujero en la capa
de ozono sobre la Antártida. Desde entonces, suenan las alarmas.
En aquel momento, la reacción de la comunidad internacional fue inmediata y
decisiva con la aprobación y firma del Convenio de Viena por una veintena de
países, el 22 de marzo de 1985, entre ellos los mayores productores de
clorofluorocarbonos (CFC).
Ante esta realidad, la principal apuesta es la sostenibilidad a través de
proyectos centrados en energías renovables que ayuden al medio ambiente y a las
naciones a lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible, propuestos por
Naciones Unidas para 2030. Sobre esta encrucijada dialogó con la sección Escáner
de Prensa Latina Gustavo Máñez, coordinador de Cambio Climático de ONU Medio
Ambiente para América Latina y el Caribe.
3, 200 y 419. Estos son los números que ayudan a explicar
el actual agravamiento de la crisis climática. El “419” se refiere al nivel de
concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, medido en partes por
millón, según el último informe emitido por la Administración Nacional Oceánica
y Atmosférica de Estados Unidos, cuyas siglas en inglés se pronuncian como el
nombre de Noé, el personaje del Antiguo Testamento que predijo una catástrofe
climática y fue ignorado hasta que era muy tarde. La cifra mencionada significa
que la concentración atmosférica de dióxido de carbono está un 50% por encima de
los niveles preindustriales y que hemos alcanzado la concentración más alta en
más de cuatro millones de años. Para poner este “419” en contexto, el nombre de
la organización ambientalista 350.org se desprende del consenso científico
acerca de que las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono no deben
superar las 350 partes por millón para evitar que el planeta enfrente una
catástrofe climática irreversible.
El número “3” refiere a la Línea 3 de la empresa Enbridge, un oleoducto
actualmente en construcción, que transportaría diariamente casi un millón de
barriles de petróleo desde los yacimientos de arenas alquitranadas de Canadá
hacia Estados Unidos. La ruta trazada del oleoducto pasa por territorios
indígenas del norte del estado de Minesota y en su recorrido atraviesa decenas
de ríos, arroyos, humedales y arrozales silvestres. Por último, 200 es el número
aproximado de defensores del agua que fueron detenidos el 7 de junio, día en que
se realizó la acción de desobediencia civil más grande hasta la fecha contra la
construcción del oleoducto Línea 3. Actualmente está en marcha una movilización
liderada por mujeres indígenas, que recuerda las masivas protestas que se
realizaron en 2016 en contra de la construcción del oleoducto Dakota Access en
territorios de la tribu Lakota no cedidos al Gobierno de Estados Unidos.
Winona LaDuke, una reconocida activista del pueblo
anishinaabe y una de las principales líderes de la lucha contra el oleoducto,
dijo a Democracy Now!: “El oleoducto forma] un corredor completamente nuevo
que atraviesa nuestro territorio y nuestros principales arrozales silvestres,
nuestros lechos de almejas, nuestros peces, todo nuestro territorio. Nos hemos
movilizado y hemos intentado todos los procesos formales para detener esto.
Junto a esta gran cantidad de mujeres defensoras del agua y nuestras tribus,
hemos pasado siete años en estos procesos regulatorios. Por eso hemos venido a
manifestarnos y miles de personas se han unido a nosotros”.
Las protestas incluyeron una marcha de más de 1.500 personas hacia el lugar
donde la Línea 3 cruzaría el famoso río Misisipi, muy cerca de su nacimiento.
Río abajo, otros 500 defensores del agua marcharon hacia una estación de bombeo
del oleoducto ubicada al norte de la ciudad de Park Rapids. Allí, 24 activistas
se encadenaron a maquinaria pesada y otros 24 se encadenaron a una gran lancha a
motor llevada hasta la entrada del predio en un tráiler para formar una barrera
y bloquear el acceso de vehículos al sitio. Luego de algunas horas, la policía,
proveniente de 31 jurisdicciones diferentes, según se informó, intensificó las
tácticas de dispersión y finalmente desplegó el Dispositivo Acústico de Largo
Alcance, o LRAD por sus siglas en inglés, con la intención de interrumpir la
acción de desobediencia civil. Un helicóptero de la Patrulla Fronteriza y
Control de Aduanas de Estados Unidos pasó por encima de los manifestantes en
vuelo rasante y produjo una tormenta de piedra y arena.
Winona LaDuke agregó en la entrevista con Democracy Now!: “Lo que tenemos es
una crisis política, ambiental y de derechos humanos. Hemos presentado
peticiones a todas las agencias federales y hasta ahora no hemos tenido ninguna
respuesta. Parece que Joe Biden está esperando que un grupo de indígenas y
mujeres mayores terminen lastimados en el norte de Minesota antes de que este
sea un asunto suficientemente importante para entrar en la órbita de su
consideración”.
El presidente Biden tiene la potestad de cancelar la construcción del
oleoducto Línea 3, por lo que los defensores del agua, además de ocupar la ruta
de construcción del oleoducto, están organizando una campaña masiva para
presionar al Gobierno de Biden.
La organización popular surte efecto. Así lo demostró la declaración emitida el
miércoles por la empresa canadiense TC Energy, anteriormente TransCanada,
en la que se anuncia que la empresa ha cancelado de manera formal la
construcción del oleoducto Keystone XL. Una de las primeras medidas que
tomó Biden al asumir como presidente fue revocar el permiso para la construcción
del Keystone XL.
Enbridge parece comprender el poder que tienen los movimientos populares.
En un fragmento de su informe anual de 2020, la compañía admite que “un mayor
activismo ambiental contra la construcción y operación del oleoducto podría
provocar retrasos en las obras, una menor demanda de nuestros productos y
servicios, un aumento de las regulaciones y revocaciones o demoras en los
permisos y derechos de paso”.
Mientras los defensores del agua continúan llegando al territorio que circunda
la naciente del río Misisipi, Biden se encuentra en Europa realizando su
primer viaje al extranjero como presidente. Su gira incluye la reunión del G7,
un grupo conformado por países ricos e industrializados, que incluye a Estados
Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón y el Reino Unido. Estos
países son actualmente responsables de más de una cuarta parte de las emisiones
mundiales de gases de efecto invernadero. Sin embargo, según los activistas
contra el cambio climático, dichos países están eludiendo de manera colectiva
sus compromisos de financiar y proporcionar recursos para enfrentar la
contaminación que han causado.
Mientras tanto, se está realizando un encuentro virtual para planificar la COP26,
la próxima cumbre mundial contra el cambio climático que fue cancelada en 2020
debido a la pandemia y que se llevará a cabo en noviembre de este año en la
ciudad escocesa de Glasgow. La activista ambiental sueca Greta
Thunberg ha dicho que boicoteará dicho encuentro si los países ricos no
toman medidas rápidas para distribuir vacunas a los países más pobres, y muchas
otras organizaciones internacionales están considerando unirse a ella.
¿Cuántos defensores del agua deben ser arrestados antes de que los líderes
mundiales, entre ellos y primordialmente el presidente Biden, se comprometan
seriamente a tomar medidas rápidas y justas para la eliminación gradual de los
combustibles fósiles? ¿A qué nivel peligroso de concentración de dióxido de
carbono en nuestra atmósfera compartida debemos llegar? Los números no mienten y
el tiempo corre.
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