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Rusia ‘ha enfadado’ a los países
occidentales con sus intentos de revelar la verdad sobre el vídeo del supuesto
ataque químico en Duma montado por los Cascos Blancos y que sirvió de pretexto
para el bombardeo de EEUU y sus aliados contra el país árabe.
Moscú llevó a 17 residentes de Duma que aparecen en la grabación —entre ellos el ya famoso niño Hasán— a la sede de la OPAQ. No obstante, el representante permanente de EEUU ante la organización, Kenneth Ward, no participó en la reunión. Además, intentó convencer a todos los aliados de Washington de que también se ausentaran del evento.
Pero, ¿Por qué? Según el columnista de Sputnik Víktor Murajóvski, EEUU tiene miedo de que todo el mundo sepa la verdad.
En cuanto a los medios ‘mainstream’, también intentaron ‘destrozar’ a Rusia con sus titulares amarillistas. Estos fueron algunos de ellos:
Japan Times: “Acusan a Rusia de una ‘farsa obscena’ por llevar a los residentes de Duma a la OPAQ en un intento de demostrar que el ataque de gas fue un montaje”
The Times: “‘Farsa obscena’ de una familia de Duma”
Mirror: “Rusia muestra a un niño de 11 años como ‘testigo’ para ‘demostrar que el ataque de gas en Duma fue un montaje'”
ABC News: “Rusia, acusada de una ‘farsa obscena’ por llevar [a la OPAQ] a los supuestos testigos del ataque químico en Siria”
The Washington Post: “El Reino Unido y Francia califican las pruebas de Rusia como ‘un truco'”
Otago Daily Times: “Rusia intenta desacreditar el ataque en Duma”
New York Daily News: “Critican a Rusia por intentar refutar el ataque químico en Siria”
Según Murajóvski, pese a los intentos fallidos de acusar a Rusia de mentirosa, estos artículos no lograron terminar en las portadas de los grandes medios.
¿Qué significa esto? Que los aliados de Washington se tapan los ojos y los oídos para no conocer las revelaciones de los testigos, mientras que los medios ‘mainstream’ tratan de convencer a sus lectores de que Rusia organizó una ‘farsa obscena’ —según las palabras del representante de Francia ante la OPAQ, Philippe Lalliot—. A primera vista, eso es algo que no debería sorprender.
El columnista recordó que esta no es la primera vez que Occidente acusa a otros países de algo que no han hecho y no quiere ni oír hablar de que sus acusaciones podrían no ser ciertas.
En 1999, los países occidentales acusaron a Serbia del asesinato masivo de civiles albaneses. La masacre de Racak justificó el uso posterior de la fuerza por parte de la OTAN contra Belgrado, pese a que los ‘malos’ expertos bielorrusos analizaron los hechos y concluyeron que no se trató de víctimas civiles, sino de terroristas vestidos de civiles. No obstante, los ‘buenos’ expertos finlandeses tuvieron la última palabra en esta cuestión.
En su artículo, Murajóvski también recordó el mítico tubo de Colin Powell. En febrero de 2003, el entonces secretario de Estado de EEUU mostró ante el Consejo de Seguridad de la ONU un frasco que, según afirmó el propio político, podría contener ántrax. Con este truco, Powell intentó llamar la atención sobre la supuesta producción de armas de destrucción masiva por parte de Irak, algo que sirvió de pretexto para la invasión del país árabe por una coalición encabezada por Washington. El conflicto posterior causó hasta 600.000 víctimas y provocó el surgimiento del grupo terrorista Estado Islámico (proscrito en Rusia).
En 2017 hubo otros tubos, en este caso los de Ródchenkov. Pese a que el propio exjefe del Laboratorio Antidopaje de Moscú no pudo confirmar parte de sus acusaciones sobre la supuesta trama de dopaje en Rusia, los autores del escándalo ya habían conseguido sus objetivos. Así, el Comité Olímpico Internacional prohibió a Rusia usar la bandera nacional durante los JJOO de Invierno de 2018 en Pyeongchang.
Moscú llevó a 17 residentes de Duma que aparecen en la grabación —entre ellos el ya famoso niño Hasán— a la sede de la OPAQ. No obstante, el representante permanente de EEUU ante la organización, Kenneth Ward, no participó en la reunión. Además, intentó convencer a todos los aliados de Washington de que también se ausentaran del evento.
Pero, ¿Por qué? Según el columnista de Sputnik Víktor Murajóvski, EEUU tiene miedo de que todo el mundo sepa la verdad.
En cuanto a los medios ‘mainstream’, también intentaron ‘destrozar’ a Rusia con sus titulares amarillistas. Estos fueron algunos de ellos:
Japan Times: “Acusan a Rusia de una ‘farsa obscena’ por llevar a los residentes de Duma a la OPAQ en un intento de demostrar que el ataque de gas fue un montaje”
The Times: “‘Farsa obscena’ de una familia de Duma”
Mirror: “Rusia muestra a un niño de 11 años como ‘testigo’ para ‘demostrar que el ataque de gas en Duma fue un montaje'”
ABC News: “Rusia, acusada de una ‘farsa obscena’ por llevar [a la OPAQ] a los supuestos testigos del ataque químico en Siria”
The Washington Post: “El Reino Unido y Francia califican las pruebas de Rusia como ‘un truco'”
Otago Daily Times: “Rusia intenta desacreditar el ataque en Duma”
New York Daily News: “Critican a Rusia por intentar refutar el ataque químico en Siria”
Según Murajóvski, pese a los intentos fallidos de acusar a Rusia de mentirosa, estos artículos no lograron terminar en las portadas de los grandes medios.
¿Qué significa esto? Que los aliados de Washington se tapan los ojos y los oídos para no conocer las revelaciones de los testigos, mientras que los medios ‘mainstream’ tratan de convencer a sus lectores de que Rusia organizó una ‘farsa obscena’ —según las palabras del representante de Francia ante la OPAQ, Philippe Lalliot—. A primera vista, eso es algo que no debería sorprender.
El columnista recordó que esta no es la primera vez que Occidente acusa a otros países de algo que no han hecho y no quiere ni oír hablar de que sus acusaciones podrían no ser ciertas.
En 1999, los países occidentales acusaron a Serbia del asesinato masivo de civiles albaneses. La masacre de Racak justificó el uso posterior de la fuerza por parte de la OTAN contra Belgrado, pese a que los ‘malos’ expertos bielorrusos analizaron los hechos y concluyeron que no se trató de víctimas civiles, sino de terroristas vestidos de civiles. No obstante, los ‘buenos’ expertos finlandeses tuvieron la última palabra en esta cuestión.
En su artículo, Murajóvski también recordó el mítico tubo de Colin Powell. En febrero de 2003, el entonces secretario de Estado de EEUU mostró ante el Consejo de Seguridad de la ONU un frasco que, según afirmó el propio político, podría contener ántrax. Con este truco, Powell intentó llamar la atención sobre la supuesta producción de armas de destrucción masiva por parte de Irak, algo que sirvió de pretexto para la invasión del país árabe por una coalición encabezada por Washington. El conflicto posterior causó hasta 600.000 víctimas y provocó el surgimiento del grupo terrorista Estado Islámico (proscrito en Rusia).
En 2017 hubo otros tubos, en este caso los de Ródchenkov. Pese a que el propio exjefe del Laboratorio Antidopaje de Moscú no pudo confirmar parte de sus acusaciones sobre la supuesta trama de dopaje en Rusia, los autores del escándalo ya habían conseguido sus objetivos. Así, el Comité Olímpico Internacional prohibió a Rusia usar la bandera nacional durante los JJOO de Invierno de 2018 en Pyeongchang.
El columnista de Sputnik también subrayó que no se conocen las pruebas de la supuesta intoxicación del exespía ruso Serguéi Skripal y su hija Yulia, mientras que las propias víctimas permanecen ocultas tanto de los medios como de los representantes de Rusia. No obstante, este incidente también ha dado sus frutos. En particular, los países occidentales expulsaron a más de 150 diplomáticos rusos e impusieron nuevas sanciones contra el país euroasiático.
Según Murajóvski, en 1999, los expertos bielorrusos no lograron salvar a Serbia, en 2003, nadie salvó a Irak, pero en 2018, algo salió mal —para Occidente—. Pese a que, formalmente, EEUU y sus aliados alcanzaron sus objetivos y los misiles ‘inteligentes’ de Washington y sus aliados atacaron los blancos sirios —a pesar de que los ‘mentirosos’ medios rusos mostraron los proyectiles prácticamente intactos—, Occidente ‘se tropezó’ con la llamada ‘Rusia de hoy’, algo que lo cambió todo.
A pesar de que Moscú no respondió al ataque de EEUU, “Siria continúa recuperando el control gubernamental sobre sus territorios, y no hay duda de que llegará hasta el final”.
El experto ruso afirmó que Rusia arrebató a Occidente una capacidad muy importante: cambiar la realidad a través de sus “triunfos en el espacio informativo”.
“En cuanto a los medios, Occidente está en una buena posición. Salió victorioso y acusó a los rusos de mentir. El mal fue castigado, el bien triunfó. Facebook está dispuesto a realizar cualquier servicio, la grosera propaganda rusa casi no penetra en las cabezas delicadas de los habitantes del mundo libre”, declaró Murajóvski.
No obstante, Rusia no solo se limitó a ‘empujar’ a Occidente fuera de su realidad, sino que, ironiza el autor, ‘destruyó’ su bien más preciado: la libertad de expresión.
“Porque en un ambiente donde un medio puede ser acusado oficialmente de ‘difundir ‘fake news” y ‘transmitir propaganda rusa’ por simplemente citar la postura oficial de Moscú o Damasco, pocos medios van a arriesgarse”, indicó Murajóvski, algo que pone en peligro la preciada libertad de expresión.
De este modo, los medios ‘mainstream’ solo difunden “la verdad certificada, formulada por otras personas”, y esto se aplica tanto al ataque químico en Duma como al supuesto envenenamiento contra los Skripal u otros temas relacionados con Rusia. Sin embargo, Occidente también tiene mano dura en cuanto a los temas internos de los países libres, puesto que “uno nunca sabe: ¿qué pasa si los ‘trolls rusos’ también están detrás de las manifestaciones en EEUU o las protestas contra las violaciones en Alemania?”.
Y cuanto más lejos esté la realidad occidental del espacio informativo —con sus victorias del bien sobre el mal—, más fuerte van a aplicarse en ‘defender la verdad’ o, en otras palabras, aislar el espacio informativo del mundo libre de la información que se considera innecesaria, aclaró el columnista.
“Pese a que, desde dentro, parece un triunfo sobre Rusia, desde fuera, más parece que se meten en su capullo”, bromeó el columnista. Agregó que Moscú, a su vez, ya está acostumbrada a las ‘victorias publicitarias’ de Occidente. Pese a que hace unos diez años la sociedad rusa temía los posibles castigos que pudieran tener asociadas esas victorias, ahora, en 2018, ya se toma con calma estos ‘triunfos de Occidente’. La razón es que sabe perfectamente que no tendrán consecuencias graves para Moscú.
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