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Guerra y paz: Derechos humanos. Pueblos: Yemen
Por Orestes Martí.
Las Palmas de Gran Canaria
2020-12-22
Hace sólo unas horas a través del Canal Caribe se emitió un
interesante análisis sobre el denominado “mundo árabe”.
A ese complejo universo pretendemos hacer un
“acercamiento informativo” para nuestros amables lectores, en el que
trataremos de brindar algunos elementos, tanto los ya abordados desde
ciertos ángulos, como de otros poco tratados en “los medios”.
Hoy abordaremos el tema de la desinformación existente sobre lo que allí
sucede y lo haremos de la mano de Eva Eril y lo que acaba
de publicar en el diario
“El salto”.
Sin embargo, antes de comenzar, vamos a recordarles que según la
Enciclopedia ECURED, Yemen,
-oficialmente República de Yemen-, es un país situado en la costa
suroccidental de la península de Arabia, y que se formó en 1990 a raíz
de la unificación de la
República Popular Democrática de Yemen y de la
República Árabe
de Yemen y que limita al norte con
Arabia Saudí,
al este con Omán,
al sur con el golfo de Adén y al oeste con el mar Rojo.
A continuación el trabajo de Eva Eril.
Las ONG alertan de que uno de cada
tres muertos en la guerra de Yemen son civiles.
JUDITH PRAT |
YEMEN
Eva Eril: “El quid de toda la desinformación sobre Yemen es la venta de
armamento”
Con la pequeña organización que fundaron hace casi seis años, Eva,
Noelia y Faten, junto a Hussein y Widad, logran llevar ayuda a una
población abandonada por la Comunidad Internacional, que prefiere seguir
vendiendo armas a Arabia Saudí, el país que bombardea al pueblo yemení y
le condena a sufrir la peor emergencia humanitaria del mundo.
Eva Eril es cofundadora de Solidarios Sin Fronteras, la única ONG creada
en España, que opera en Yemen. Antes, ha trabajado durante 14 años en
ayuda humanitaria en Etiopía. Su objetivo es ayudar lo máximo posible a
un pueblo que ha sido ninguneado por nuestras sociedades occidentales,
que llevan casi seis años apoyando y echando gasolina a una guerra que
ha dejado casi 300 mil muertos, entre los cuales más de 180 mil son
niños. Gracias a su equipo, Noelia, Faten, Hussein y Widad consiguen
hacer cosas increíbles: atender a miles de personas que lo han perdido
todo.
Has comentado en varias ocasiones que desde el primer momento en el
que viste Yemen te quedaste enamorada del país. ¿Qué fue lo que te dejó
fascinada?
Viajé a Yemen por primera vez en el año 2013, aunque hacía muchos
años que quería ir. Me gusta la gente, su hospitalidad y su amabilidad.
Todo lo que Europa ha perdido de su espíritu de comunidad. En los países
árabes y Yemen especialmente, existe este sentimiento del bien común, de
todos juntos. Si “yo tengo arroz, mi vecino tendrá arroz”.
Una noche estaba en una terraza en Sana’a y a mi lado se celebraba un
cumpleaños. Debí mirarlos tan fijamente que la chica del cumpleaños me
acabó trayendo un trozo de pastel y me invitó a la mesa. Ella era Faten.
Ni ella ni yo sabíamos que aquello iba a cambiar nuestra vida para
siempre. Nos intercambiamos las redes sociales, y yo seguí volviendo a
Yemen porque me enamoré del país, de la gente y de su pureza. A Yemen le
llamaban la Arabia Feliz y realmente era un país donde no había ni tan
siquiera souvenirs porque no había turistas. Era un país muy, muy
auténtico. Volví a Yemen hasta que el 10 de enero de 2015 salí del país
y no pude volver a entrar.
Ese 10 de enero me di cuenta de la gravedad de la situación. Había
muchísimos hombres con Kaláshnikov y mucha violencia alrededor del
aeropuerto. Ya no pude volver a entrar en el norte. Sí que entré dos
veces en el 2017 y 2018 en la isla de Socotra porque allí tenemos
también un proyecto humanitario. El 26 de marzo empezó la guerra. Es
entonces cuando percibo que la gente está muy asustada y contacto con
Faten.
En seguida empezamos a trabajar para ayudar a la gente. Noelia, una
amiga mía íntima, entró al equipo porque quería ayudar. El conocimiento
previo del país nos ayudó a poner en marcha un proyecto en el que
nosotras hemos tratado de conseguir los fondos (porque entendemos que el
dinero está en Europa y en Occidente) pero decidiendo siempre con Faten
lo que se hace en Yemen, al igual que con Widad y Hussein (nuestra
traductora y nuestro responsable en Socotra).
¿Cómo gestionaste a nivel emocional cuando en el año 2015 empezó la
guerra?
Yo llevaba muchos años en cooperación, pero no en un país en
guerra. Estaba en Etiopía, que era complicado, pero no al mismo nivel
que Yemen. La empatía en Yemen no es la misma al tratarse de un país
árabe y musulmán. Hay que tener en cuenta que vivimos en una Europa
marcadamente islamófoba. El miedo, el desconocimiento y el odio al islam
puede con muchas cosas. Es muy complicado y hay varias premisas que son
básicas: Están en guerra y está bloqueado. No se puede enviar
absolutamente nada. Nada está abierto. Y la única opción que se mantiene
es el envío de fondos.
Actualmente es el país más difícil del mundo para trabajar. La ayuda de
la UE en Yemen es bastante menor si lo comparamos con países como
Afganistán o Siria. Lo justifican porque en Yemen es un país donde dicen
que no se puede trabajar y no se puede entrar por los hutíes.
¡Pero son la UE y las Naciones Unidas! Nosotras somos una organización
pequeña y hemos demostrado que se puede ayudar y dar agua y alimentos a
más de 10 mil personas cada mes, haciendo lo increíble, por tanto, que
no venga la ONU con sus organismos UNICEF o ACNUR, o la UE a decir que
en Yemen es difícil trabajar porque lo sabemos mejor que nadie. Quien
quiere encuentra una fórmula, quien no quiere encuentra una excusa. A mí
no me sirve eso de bueno, como no podemos salvar a todo Yemen no hacemos
nada.
Las remesas que vienen de Arabia Saudí han caído
considerablemente este año. A esto hay que sumarle también la
depreciación del rial…
Hoy Faten nos ha dado el valor más alto respecto al dólar desde
que trabajamos en Yemen. Ella nos va informando cada día. Nosotras
tenemos unos precios base de nuestros proyectos y tenemos que
recalcularlo, por tanto, cada mes. Desde el principio, nos hemos
planteado cómo es posible poner en marcha un proyecto que necesita
financiación cada mes si la gente ni tan siquiera sabe lo que pasa en
Yemen porque la televisión ni ningún sitio informa de lo que pasa allí.
Yemen es actualmente la mayor emergencia humanitaria del mundo, con más
de 24 millones de persona en emergencia humanitaria y con una población
que no tiene acceso a agua, comida o medicinas. Y este 2020 todo fue a
peor con la llegada del Coronavirus
Un buen ejemplo fue que nada más empezar a publicar en redes sociales,
la gente no sabía siquiera que Yemen estaba en guerra. Yemen es
actualmente la mayor emergencia humanitaria del mundo, con más de 24
millones de persona en emergencia humanitaria y con una población que no
tiene acceso a agua, comida o medicinas. Y este 2020 todo fue a peor con
la llegada del Coronavirus.
Estos son datos de antes del Coronavirus. Probablemente los datos sean
ahora mucho peores.
Tengo ciertas reflexiones sobre esto: ¿qué pasaría si en Europa, un solo
niño muriese por una enfermedad totalmente prevenible como la
desnutrición o el cólera? Otra reflexión es: hace unos meses se jugó la
final de la supercopa en Arabia Saudí.
Si el partido de fútbol duró 90 minutos y en Yemen muere un niño cada 11
minutos, ¿cuántos niños murieron en Yemen? Eso hay que decirlo. La
realidad es que Arabia Saudí blanquea y aquí España también lo hace. Se
dice que están mucho más abiertos, que las mujeres pueden conducir”,
pero ¿en esos 90 minutos cuántos niños ha matado Arabia Saudí con
armamento español? Personalmente, no puedo frenar que esto siga
sucediendo, pero sí puedo hacer algo. Y ayudar es lo que estamos
haciendo.
¿La guerra se llevaba años gestando?
Yemen siempre ha sido un país convulso. La reunificación del año 90
entre el norte, más islamizado y más cercano a Arabia Saudí, y el sur,
el único país árabe del mundo comunista, era una bomba de relojería. No
obstante, el último conflicto se venía gestando con los hutíes.
Ellos llevaban años pidiendo al expresidente Saleh ciertas demandas que
tenían cierta lógica. Saleh se las iba prometiendo, pero nunca las
cumplía. Cuando finalmente Saleh se ve obligado a dimitir, y Arabia
Saudí y Estados Unidos colocan a Hadi en el 2012, los hutíes continúan
con sus reivindicaciones. Hadi, que, además es un presidente no querido
por el pueblo, continuó dando largas y al final todo aquello estalla.
Entre el 2014 y 2015 los hutíes entran en Sana’a y obligan a Hadi a
marcharse, primero a Adén y después pidiendo asilo en Arabia Saudí.
Arabia Saudí ataca Yemen con la supuesta idea de que quiere restaurar el
poder de Hadi, pero esto no es verdad. Arabia Saudí quiere quedarse con
los recursos de Yemen. Yemen ha sido siempre su patio trasero. En Yemen
hay zonas donde hay mucho petróleo. Quiere hacer un gasoducto en el sur,
en la zona del golfo de Adén y necesita el territorio de Yemen. Son
muchas cosas. En un inicio, los hutíes tienen el apoyo del pueblo. Lo
tienen porque al final los hutíes están luchando contra las potencias
extranjeras: EE. UU, Israel y Arabia Saudí. En un principio es David
contra Goliat. Esto explica que en un primer momento la gente apoye a
los hutíes. Pero eso no dura porque los hutíes empiezan a comportarse de
una forma tan deplorable como los otros. No tiran bombas desde el aire,
pero empiezan a tener cárceles secretas, a desaparecer gente, a
maltratar a mujeres, a humillarlas, a obligarlas a taparse. En Europa
existe una idea muy romántica de los hutíes, porque son anti-Estados
Unidos. Pero mucho cuidado con eso.
Es curioso porque el pueblo que echó a Saleh en la primavera árabe ahora
lo ha endiosado tras haber sido asesinado por los hutíes. El pueblo
ahora mismo te dice: “Sí… Saleh era un corrupto, robaba, era un
dictador, pero Saleh no nos metió en ninguna guerra así. Con Saleh mis
hijos pudieron ir al colegio y no les caía un misil en la cabeza. Así
que, dentro de lo que hay ahora, preferiría a Saleh”.
Aparte de vuestra gran labor, ¿visibilizar esta
guerra no ha sido vuestro mayor reto y logro a la vez?
Sí, a ver, nosotras somos una organización muy pequeña. Rosa Montero
nos llamó en una ocasión las hormiguitas de la solidaridad. Pienso que a
veces en países como Yemen es mucho más operativo una pequeñísima
organización con un perfil muy bajo, sin llamar la atención y trabajando
sin pausa, que grandes organismos. Llevamos más de cinco años dando
charlas, conferencias, escribiendo, haciendo entrevistas, pero la verdad
es que en España lo que no aparece en la televisión no existe. Allí de
momento, no lo he logrado. Un Jordi Évole o un Wyoming harían más por
visibilizar Yemen dándonos voz que todas las conferencias que yo pueda
hacer. En un programa de televisión, ¿cuántos millones de espectadores
no tienen ni idea de lo que está pasando en Yemen? Sería muy potente
salir en televisión y poder decir que España es el cuarto vendedor
mundial de armamento a Arabia Saudí, que este armamento, que se ha
multiplicado desde que empezó la guerra, mata a un niño en Yemen cada 11
minutos y que esto se financia además con el dinero de nuestros
impuestos.
El quid de toda la desinformación sobre Yemen es la venta de armamento.
Es la razón por la que la guerra ha sido silenciada. Aquí se ha hablado
de Siria y de otras guerras, pero de Yemen nada. Ahora mismo en Europa
todos venden armas, salvo unas pocas excepciones en los países nórdicos,
y salvo Alemania y Dinamarca que juegan al sí, pero no.
Alemania, de hecho, sigue vendiendo armas a Emiratos Árabes
Unidos.
Alemania suspendió la venta de armas hasta que se aclarara la muerte de
Khashoggi, pero, sin embargo, de vez en cuando autorizan algún contrato.
Todos los demás países: España, Francia, Reino Unido, Estados Unidos,
Brasil, Australia, etc., están vendiendo masivamente armamento a Arabia
Saudí. Y esas armas están asesinando a civiles en Yemen.
¿Sabéis para que son las corbetas de Navantia? Son barcos de guerra que
van a bloquear el acceso de ayuda humanitaria a los puertos de Yemen
para que la población se muera de hambre, de sed y de enfermedades y se
rinda
En España también está el caso de las corbetas que se fabrican en
Navantia y que ha defendido Kichi, el alcalde de Cádiz, argumentando que
hay mucho paro.
Si yo tuviera espacio en televisión diría a la gente. ¿Sabéis para que
son estas corbetas? Son para bloquear los puertos de entrada en Yemen,
los puertos para que no pueda entrar la ayuda humanitaria. Son barcos de
guerra que van a bloquear el acceso para que la población se muera de
hambre, de sed y de enfermedades y se rinda.
¿Os desmotiva que España siga vendiendo armas a Arabia Saudí y
Emiratos Árabes Unidos?
Desmotivador no. A mí me encabrona mucho, pero me sirve para sacar
fuerzas. Me enfada vivir en un país que está haciendo lo que está
haciendo y ver la desfachatez tan grande de un señor como Borrell que
dice que las armas españolas son de “precisión”, y que “no matan
yemeníes”, porque dan en el “blanco con una precisión extraordinaria”.
Me encabrona muchísimo. Soy muy pasional, pero luego tengo esa parte muy
racional de “objetivo: salvar vidas”
Naciones Unidas ha hablado de la “peor crisis
humanitaria de la historia reciente de Yemen”. ¿Estamos ante una de las
mayores catástrofes humanitarias del siglo XXI?
Sin duda. Sin duda y cada vez está peor. Piensa que antes de la guerra,
antes del 2015, ya Yemen necesitaba importar el 90 por ciento de sus
productos. Es el único país del mundo donde la capital no tiene agua
potable. La gente tiene que comprar depósitos de agua e instalarlos en
el techo de sus casas y luego pagar el agua a pequeños camiones cisterna
privados, a pesar de que su precio ha aumentado un 300%. Es impagable
para mucha gente y la mayoría no disponen de esos depósitos.
En abril de 2017 empezó el brote de cólera. En dos meses, el número de
muertos ya es muy grande. La Organización Mundial de la Salud hizo un
comunicado meses después diciendo que había tantos infectados de cólera
que no merecía la pena entrar a vacunar, no iba a servir de nada… No se
puede evitar pensar que, si hubieran vacunado en abril del 17, no se
tendría esta mortalidad infantil tan grande.
Pero es que estamos en el 2020 y la epidemia de cólera continúa. La
mayor epidemia de cólera de la historia de la humanidad. Se dice rápido.
Pero no es sólo es el cólera, es también el dengue, la difteria, la
malaria… Y ahora llega el cpvid-19. Una enfermedad que está atacando a
una población absolutamente desnutrida que no tiene medios sanitarios
para combatirla. Al principio, había 500 respiradores para los 30
millones de habitantes, y además estaban en el sur. Pruebas PCR apenas
hay. El 80 por ciento de los hospitales no funciona, no hay
electricidad, no hay agua potable, por lo tanto, no funcionan las
máquinas.
Los datos oficiales no son reales porque todas las partes están
ocultando datos. Resulta que al final es el país con mayor letalidad del
mundo, alrededor del 30 por ciento. La realidad es que la población no
va al hospital porque tienen terror. Porque además circulan rumores que
dicen que se matan a gente en los hospitales con inyecciones o que el
virus es fruto de estar con el demonio.
Se escucha frecuentemente que el mundo árabe es más cosa de
hombres y que las mujeres lo tenéis mucho más difícil para operar allí.
Es un mundo muy masculino, muy machista. Pero también es cierto que esa
es la idea que a Occidente nos interesa tener. La mujer sometida,
tapada, casi abusada por el marido que llega. Eso existe, pero también
existen mujeres como Faten, que es una mujer de 35 años, soltera, no
casada, sin hijos, trabajadora y que dedica su vida a una gran labor
humanitaria. Existen mujeres así. Aunque es verdad que son países
machistas. Hay que romper esa idea. Hay cada vez más fuerzas en las
mujeres. Y de hecho son las que van a cambiar la sociedad.
Uno de los cambios que ha traído la guerra es que las mujeres han tenido
que salir de casa a trabajar y a mantener el hogar. A nivel de proyecto,
yo creo que el hecho de que seamos todas mujeres no deja de ser más que
una ventaja. Primero, Faten puede hacer lo que muchos hombres en Yemen
no podrían, que es hablar con las familias, meterse en las casas, hablar
con las mujeres, con las profesoras, con los niños y preguntar. Todo eso
a los hombres les está prohibido. Un hombre no puede entrar en una casa
en Yemen y hablar con una mujer.
Hay una norma en ayuda humanitaria importantísima: siempre que se pueda,
no dar dinero. Nosotras nunca entregaremos dinero. Entregamos las
mantas, las cajas de alimentación, pagamos el agua, pero jamás damos
dinero. Pero mucho menos a los hombres. Siempre a las mujeres. Porque la
mujer va a utilizar el dinero en alimentar a los niños. En los hombres
no está tan claro. Hay que tener en cuenta el problema del qat, una
droga que mascan el 95 por ciento de los hombres en Yemen y que puede
llegar a costar hasta seis dólares la ración diaria. A veces se me ponen
los pelos de punta cuando veo a hombres recibiendo billetes de cien
dólares de grandes ONG. Hay una norma básica en todo esto: darles todo
el dinero a las madres, a las mujeres.
Entonces, ser mujer es una grandísima ventaja. En nuestro caso, hay que
decir también que el 80% de los donantes son mujeres. Me encantaría que
hubiera muchos más hombres… La empatía con mujeres es más fuerte. Una de
las cosas que hemos conseguido y que a mí me tiene más enamorada es que
aquí nuestros donantes adoran a Faten a pesar de no haberla visto nunca.
La verdad es que es para adorarla.
¿Se juega la vida Fatem a diario?
Piensa que estamos hablando de un país en guerra en el que el 80 por
ciento de la población no tiene nada y en el que sales a la calle con el
temor de que te pueda caer una bomba en la cabeza. Si Faten no hiciese
lo que está haciendo y se dedicara a sobrevivir nadie podría juzgarla.
Nadie. Para mí es la mujer más increíble del mundo. Los proyectos han
ido creciendo y creciendo y ella no desfallece. Hace unos días, mientras
conducía estuvo a punto de morir por un proyectil que cayó sobre su
coche. Milagrosamente no le ocurrió nada
Háblame de vuestra labor.
Nuestro trabajo lo hacemos en nuestros ratos libres, fines de semanas,
tardes, vacaciones…, de hecho, ¡¡todo el tiempo!! A veces hasta las dos
de la mañana porque es el horario en el que estamos las tres. Cuando
empezamos, ninguna de las tres imaginamos donde nos estábamos metiendo.
No es fácil para nosotras mantener nuestros proyectos. No aceptamos
subvenciones públicas por varias razones y dependemos plenamente de
donantes particulares. Nuestra ONG funciona mucho con la plataforma
Teaming, que es para donar 1 euro al mes, pero también damos la
posibilidad a la gente de hacer donaciones o hacerse socia.
En un principio, empezamos con nuestro proyecto alimenticio para atender
a la emergencia de hambruna. Empezamos con 15 cajas de comida al mes y
ahora estamos dando unas 200 que se reparten a 200 familias. Siete u
ocho meses después, empezamos el proyecto de agua e instalamos depósitos
para dar agua a 5.000 personas cada mes. También estamos en tres campos
de desplazados y gracias a estos proyectos hemos conseguido que el brote
de cólera caiga en picado en ellos. Realmente es increíble. Si lo
piensas, por cada euro que la gente paga, somos capaces de dar 128
litros de agua.
También, hemos instalado depósitos en las escuelas. Hay unos 2.600 niños
y niñas que reciben agua. De igual modo, tenemos el proyecto en la isla
de Socotra, una isla diferente en el que la gente vive en cuevas y
hablan un idioma que no está escrito. Se le llama la isla más extraña
del planeta. Allí dos ciclones dejaron a más de 15 mil personas sin casa
(de una población de 60 mil). Como yo había tenido la oportunidad de ir
varias veces y tenía amigos allí decidimos ayudar. Hemos ayudado a
construir 183 casas proporcionándoles el material para que la gente de
allí pueda reconstruir las casas al estilo socotrí.
También me gustaría hablar de nuestro último proyecto que lleva dos años
y medio con nosotras, es el de desayuno en las escuelas para proteger a
los niños y niñas. Durante la guerra ha aumentado muchísimo el
matrimonio infantil y se secuestran continuamente a niños para que vayan
a la guerra. Ya antes de la guerra, el matrimonio infantil era un
problema en Yemen, pero se había conseguido reducir, gracias a la
presión internacional, a un 17 por ciento (niñas casadas antes de los 18
años). Ahora estamos en un 72 por ciento. Es brutal. Más del 50% las
casan antes de los 15 años.
Ya antes de la guerra, el matrimonio infantil era un problema en Yemen,
pero se había conseguido reducir, gracias a la presión internacional, a
un 17 por ciento. Ahora estamos en un 72 por ciento
Eso forma parte todo de un proceso: la familia no puede alimentar a sus
hijos. En Yemen, los hijos son el futuro del hogar y la familia se
entiende de una manera muy diferente a la manera occidental. La persona
mayor es cuidada por sus hijos. Cuando las familias no tienen dinero y
no pueden alimentar a sus hijos, ¿cuál es su recurso? Casar a la niña.
Cuando les preguntas a la gente, te responden que debido a la violencia
y a que las niñas son violadas, prefieren que otra familia las proteja y
les de comida, con la promesa de que no las van a tocar.
Pero esto no es cierto. De hecho, lo primero que pasa es que la niña
sale de la escuela, y se la llevan a una casa donde es esclavizada,
abusada, violada y embarazada muchas veces, sin ningún contacto con su
familia ni sus amigas. Niñas de menos de 12 años que no tienen ninguna
infancia. Entonces este proyecto empieza porque una profesora nota que
empiezan a faltar muchas niñas al colegio.
Empezamos a llevar comida en una primera escuela en la que faltaban 120
niñas. De repente, empieza a correr la voz y empiezan a volver muchas de
las niñas que se han ido. Las familias aceptan que si le damos alimentos
las van a mantener un poquito en el cole. Con lo cual, la educas, la
mantienes contactada con sus amigas y la estás protegiendo de que la
casen con un desconocido. Al cabo de dos meses las niñas del cole
parecían otras. Saltando, cantando y jugando en el patio. Es lo más
bonito que he hecho en mi vida. Lo que se puede lograr dando un desayuno
completo. Empezamos a darnos cuenta de que muchas niñas partían el
plátano y salían disparadas a su casa para dárselas a su hermanito.
Un año después, ampliamos, por iniciativa de Faten, a una segunda
escuela mixta. El coste es muy grande, pero era necesario hacerlo.
Porque si a las niñas las casan, a los niños los ponen a pedir en la
calle y corren el riesgo de ser secuestrados por los camiones de los
hutíes y ser utilizados para combatir. Según UNICEF, antes de la guerra
había 112 niños soldados, (una estimación mucho menor que la realidad),
pero ahora mismo estamos en 5000–6000 y los datos ya se han perdido…
Esos niños son usados como bombas humanas, como esclavos sexuales.
Al final, empezamos en una segunda escuela con 1.200 alumnos y nos
volvió a pasar lo mismo que en la primera. Nuestro sueño sería hacer una
tercera o cuarta escuela, pero el precio es muy elevado… Además, el
coronavirus ha llevado a que gente se haya dado de baja de sus
donaciones, gente que no tiene salario, que ha perdido su trabajo.
Aunque también es verdad que hay gente que ha aumentado mucho su
aportación. Necesitamos mucho dinero mensualmente, pero lo estamos
haciendo…
El coronavirus ha sido nefasto en muchos sentidos, pero también
en este año 2020 no solo ha sido el coronavirus en Yemen. Este año el
país ha sufrido los peores efectos de la crisis climática con las
inundaciones en primavera y verano.
Sana’a es patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Que la Unesco no
esté actuando me parece increíble. Las inundaciones provocaron 300 mil
desplazados más de los que ya había. En los vídeos que circulaban se
podían ver cómo las casas se caían por las lluvias y todos estos años de
guerra. Es el dicho español “a perro flaco todo son pulgas”. Es así. A
la Comunidad Internacional no le importa Yemen en absoluto. Si se mueren
20 millones de yemenís les da absolutamente igual.
Por último, me gustaría preguntarte sobre los programas que
estáis llevando a cabo y que explicaras por qué es tan importante que la
gente siga colaborando con vuestra organización.
Pues que la gente que lea la entrevista y le parezca bien lo que
hacemos, se mire bien las maneras de ayudar1 y que piensen que cada vida
es importante. Ahora mismo es verdad que lo estamos pasando mal con esto
del covid-19, pero, a pesar de todo, seguimos siendo ese lado del mundo
privilegiado. Siempre. Yo solo le pido a la gente que piensen cómo es un
covid-19 en Yemen, en un campo de refugiados, sin agua, sin medicinas,
sin comida… Con eso es suficiente. Tenemos muchas fórmulas, incluso con
un euro mensual pueden ayudar. Gracias a eso hay una gran parte
importante de nuestros proyectos que se están pudiendo hacer.
Desde el primer día, nuestra forma de trabajar ha sido mostrar en redes
y en nuestra web todo lo que hacemos. Ponemos fotografías de cada
familia que recibe alimentos, cada vez que llenamos los depósitos de
agua o cada vez que se reparten desayunos… Yo siempre he pensado que el
donante tiene el mismo derecho a saber lo que estás haciendo
independientemente de lo que done. El año pasado nos dieron el premio a
la transparencia y la buena gestión en la plataforma del euro mensual.
Por ejemplo, el programa de los desayunos es precioso, la gente que nos
sigue en Facebook nos habla del cambio en la cara de los niños… Qué
cambio más grande hay en el momento en el que puedes darles alimentos,
un espacio protegido y les posibilitas la relación con sus amiguitos.
Ahora mismo con el covid-19 hemos tenido un problema muy grande y nos
planteábamos qué hacer con los niños. Primero, no les podíamos dar el
desayuno en la calle porque los hutíes nos lo van a robar. Segundo, no
podemos hacer que una niña y un niño vayan al colegio solo a buscar un
desayuno porque le puede caer una bomba en la cabeza. Una cosa es que
venga todo el día a la escuela y otra que venga a buscar un desayuno.
Entonces lo que hicimos es repartir packs de alimentos a las madres de
los niños y niñas pidiéndoles por favor que aguantasen a los niños en
casa hasta que pudiesen volver al cole. ¡Ahora hemos vuelto a los coles
y los tenemos llenos! Esas pequeñas cosas que no son los números, que
aquí la gente quiera tanto a Faten por todo lo que está haciendo o que
haya tres familias que le hayan puesto Faten a su bebé recién nacido.
Eso no tiene precio.
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