Pueblos: Trabajadores Orestes Martí |
Día Internacional de los Trabajadores o
Primero de Mayo
(ECURED) |
Día Internacional de los Trabajadores o Primero de
Mayo es la fiesta, por antonomasia, del Movimiento Obrero Mundial. Desde su
establecimiento, en la mayoría de países (aunque la consideración de día festivo
fue en muchos casos tardía) por acuerdo del Congreso Obrero Socialista de la
Segunda Internacional, celebrado en París en 1889, es una jornada de lucha
reivindicativa, de afirmación clasista y de homenaje a los Mártires de Chicago.
Antecedentes
El reclamo fundamental de los obreros estadounidense, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, fue la reducción de la jornada laboral, que en aquellos años podía durar hasta 16 horas diarias. Pequeños éxitos sindicales por algunos gremios, aislados unos de otros, consiguieron reducirla a ocho horas. Sin embargo la crisis económica de 1873 y la larga depresión que la siguió y duró seis años dieron al traste con los avances obtenidos.
A partir de 1880 el movimiento por la reducción de la jornada laboral resurgió con más fuerzas. A principio de esta década da el acento recaía sobre la acción legislativa, pero pronto se hizo evidente que si la clase obrera quería lograr la jornada de ocho horas, tendría que hacerlo por sus propios medios; es decir mediante el poder de las huelgas.
Fue la Federación de Oficios Organizados y Sindicatos de Estados Unidos y Canadá la que inició la gran lucha por las ocho horas. En su convención de 1884, la federación adoptó una resolución histórica, introducida por Gabriel Edmonston de la federación de carpinteros y ebanistas, que establecía las ocho horas como jornada.
Elección de la fecha 1 de mayo
Es posible que Edmonston escogiera ese día por ese asociado con el gremio de los carpinteros y otras agrupaciones de la rama de la construcción. Por muchos años estos obreros acostumbraban a reunirse en esta época del año cuando comenzaba las construcciones.
Durante el invierno, los empleos eran escasos y los trabajadores laboraban por los salarios que se les ofrecieran. En cada primavera, estos mismos obreros se juntaban con ánimo organizativo y con el tiempo, esta reunión tomó la forma de un desfile. Después del largo invierno, los sindicatos de la construcción revivían nuevamente. Debido a ello se esperaba que de un momento a otro los patrones pagasen los salarios exigidos por los sindicatos
Y que observaran todas las condiciones requeridas a pena de ver detenido el trabajo por una huelga.
Como carpintero que era Edmonston, se dio cuenta que el 1 de mayo era un buen día para conquistar el ansiado reclamo de jornadas más cortas.
Establecimiento de ocho horas de jornada laboral
Los periódicos y los voceros de los patrones declaraban que la jornada de ocho horas era comunismo, sórdido y rampante, que fomentaría la holgazanería y el juego, el amotinamiento, la desocupación y el alcoholismo y solo significaría salarios más bajos, mayor pobreza y degradación social para los trabajadores. Esto no impresionó a los obreros. Ellos fumaban tabaco de ocho horas, compraban zapatos de ocho horas y cantaban las canciones de ocho horas:
Queremos hacer las cosas otra vez, estamos hartos de trabajar para nada, queremos sentir el calor del sol, queremos oler las flores… ¡Ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso, ocho horas para lo que nos de la gana!
Antecedentes
El reclamo fundamental de los obreros estadounidense, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, fue la reducción de la jornada laboral, que en aquellos años podía durar hasta 16 horas diarias. Pequeños éxitos sindicales por algunos gremios, aislados unos de otros, consiguieron reducirla a ocho horas. Sin embargo la crisis económica de 1873 y la larga depresión que la siguió y duró seis años dieron al traste con los avances obtenidos.
A partir de 1880 el movimiento por la reducción de la jornada laboral resurgió con más fuerzas. A principio de esta década da el acento recaía sobre la acción legislativa, pero pronto se hizo evidente que si la clase obrera quería lograr la jornada de ocho horas, tendría que hacerlo por sus propios medios; es decir mediante el poder de las huelgas.
Fue la Federación de Oficios Organizados y Sindicatos de Estados Unidos y Canadá la que inició la gran lucha por las ocho horas. En su convención de 1884, la federación adoptó una resolución histórica, introducida por Gabriel Edmonston de la federación de carpinteros y ebanistas, que establecía las ocho horas como jornada.
Elección de la fecha 1 de mayo
Es posible que Edmonston escogiera ese día por ese asociado con el gremio de los carpinteros y otras agrupaciones de la rama de la construcción. Por muchos años estos obreros acostumbraban a reunirse en esta época del año cuando comenzaba las construcciones.
Durante el invierno, los empleos eran escasos y los trabajadores laboraban por los salarios que se les ofrecieran. En cada primavera, estos mismos obreros se juntaban con ánimo organizativo y con el tiempo, esta reunión tomó la forma de un desfile. Después del largo invierno, los sindicatos de la construcción revivían nuevamente. Debido a ello se esperaba que de un momento a otro los patrones pagasen los salarios exigidos por los sindicatos
Y que observaran todas las condiciones requeridas a pena de ver detenido el trabajo por una huelga.
Como carpintero que era Edmonston, se dio cuenta que el 1 de mayo era un buen día para conquistar el ansiado reclamo de jornadas más cortas.
Establecimiento de ocho horas de jornada laboral
Los periódicos y los voceros de los patrones declaraban que la jornada de ocho horas era comunismo, sórdido y rampante, que fomentaría la holgazanería y el juego, el amotinamiento, la desocupación y el alcoholismo y solo significaría salarios más bajos, mayor pobreza y degradación social para los trabajadores. Esto no impresionó a los obreros. Ellos fumaban tabaco de ocho horas, compraban zapatos de ocho horas y cantaban las canciones de ocho horas:
Queremos hacer las cosas otra vez, estamos hartos de trabajar para nada, queremos sentir el calor del sol, queremos oler las flores… ¡Ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso, ocho horas para lo que nos de la gana!
El fuego prometido
El 14 de julio de 1889, en el centenario de la toma de la Bastilla (comienzo de la Revolución francesa), los dirigentes de los movimientos socialistas de muchos países, reunidos en parís para el congreso inaugurado de la Segunda Internacional, decidieron unificar acciones para lograr la jornada de ocho horas y también declararon que el primero de mayo se celebraba el Día Internacional del Trabajo y convocaron a una manifestación internacional que tendría lugar para esta fecha del año siguiente.
El 1 de mayo de 1890 trajo consigo una de las más poderosas manifestaciones laborales que en el mundo se hubiera presenciado hasta entonces. Federico Engels escribió:
El proletario de América y de Europa está pasando revista a sus fuerzas; por primera vez se ha movilizado como un solo ejército… El espectáculo que hoy presenciamos hará a los capitalistas y los terratenientes de todo el mundo, darse cuenta de que hoy por hoy, el proletariado está verdaderamente unido. ¡Si tan solo estuviera Marx conmigo para verlo con sus propios ojos!
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