Actualidad Mundial: Eurasia 2018/2 Orestes Martí |
La 'Gran Eurasia', según The
Washington Post
Alfredo Jalife-Rahme |
La 'Gran Eurasia', que congrega
a los países más poderosos no-occidentales, constituye la "antítesis del
orden mundial dominado por Occidente", pero una 'Gran Eurasia' que
desdeñe la presencia de EEUU corre el riesgo de no asimilar que la
dinámica del mundo se encamina a un nuevo orden mundial tripolar: EEUU/Rusia/China.
El profesor de política internacional de la Universidad Federal del Extremo Oriente de Rusia, Artiom Lukin, aborda la dinámica de la Ruta de la Seda de China que abulta: "la economía de China es ocho veces más grande que la de Rusia", y considera en forma desmedida que en "el largo plazo, esta asimetría económica desarrollará una desigualdad política, con Rusia como Estado tributario (sic) de China a lo largo de la Ruta de la Seda".
Lukin expone su polémico ensayo en The Washington Post, portavoz del 'establishment' de EEUU, en colaboración con The World Post del Berggruen Institute.
Por cierto, en el sesgado Berggruen Institute abundan demasiados aliados del megaespeculador George Soros y faltan genuinos geoestrategas.
El profesor sobredimensiona la parte continental de la ruta de la seda china en su travesía por las estepas de Asia central y Rusia para desembocar en Europa, pero mutila sus otros dos vectores:
1. La Ruta de la Seda Polar, que aborda en forma pasajera y en donde otorga demasiada importancia a la 'liquidez' monetaria de China, "un país casi ártico" y elude el papel determinante que Rusia juega desde hace 10 años;
2. No cita su parte 'marítima' del Indo-Pacifico que llega hasta la parte oriental de África.
Los tres vectores de la Ruta de la Seda, que no se pueden entender sin la complementariedad rusa —si su fin es conectarse con Europa—, constituyen un punto de inflexión, lo que los geoestrategas tildan de 'game changer', en el que China consolidaría su primer sitial geoeconómico que supera a EEUU, país que se ha quedado sin proyectos —el TPP, el TTIP y el TISA avanzados por Obama— y ahora confronta a sus exaliados comerciales tanto en el TLCAN (México y Canadá) como a la Unión Europea ya sin el Reino Unido debido al Brexit.
Asimismo, Lukin concede la relevancia que se merece a la Ruta de la Seda y arguye la atracción de Rusia a partir de la "crisis de Ucrania", lo cual es muy debatible ya que, después de las aperturas de Moscú para integrarse a la OTAN, después de haber sido miembro del G-8 —aunque nunca le fue permitido participar en sus cónclaves financieros, por lo que lo califiqué de G-7,5—, el Kremlin entendió que las intenciones de la cábala de los neoconservadores 'straussianos' en EEUU era su desintegración.
Sería un grave error de juicio ilusionarse con que la cooperación de Rusia y China se epitomiza solo en la Ruta de la Seda, la cual inició desde el lanzamiento del concepto geoestratégico del RIC (Rusia, India y China) por el ex primer ministro Evgueni Primakov en 1996, y la participación de Rusia y China en el Grupo de Shanghái en 2001.
A mi juicio, Obama cometió el peor error geoestratégico al sobrestimar la capacidad bélica de EEUU y al golpear simultáneamente a Rusia —mediante el cambio de régimen en Ucrania, que tenía como objetivo balcanizar a Rusia, concomitante a las asfixiantes sanciones, y la colusión con Arabia Saudí para desplomar el barril del petróleo— y China, mediante su fracasada política del 'pivote'.
El autor peca de exagerado economicismo y soslaya el poder militar ruso que le brinda a China su paraguas nuclear.
No todo es economicismo: ¡Rusia ostenta 27 veces más bombas nucleares que China!
Lukin se equivoca al considerar que "como siempre, el principal juego de Moscú es político, más que económico", al no saber diferenciar entre economía y finanzas.
Es evidente que Rusia carece de estructuras financieras que sean competitivas frente a las de EEUU/Reino Unido, Europa y China (aún incipiente) y de las que se ha vuelto aberrantemente dependiente Moscú.
Desde el punto de vista 'económico', Rusia se encuentra prácticamente empatada con Alemania y dispone de enormes reservas de materias primas donde brillan intensamente los hidrocarburos y el oro que no cuentan aún con los apropiados financiamientos para su explotación.
La parte relevante de su disertación se centra en su abordaje tangencial de la 'Gran Eurasia' de Rusia, (7.000 bombas nucleares), China (260 bombas nucleares) e India (130 bombas nucleares), como grandes potencias, y otras tres medianas: Pakistán (el único país islámico con 140 bombas nucleares), Irán (que carece de bombas atómicas) y 'quizás' Turquía (sin bombas atómicas), que todavía pertenece a la OTAN, pero se aleja cada vez mas de EEUU después del intento del golpe de Estado de la CIA contra el sultán Erdogan.
El especialista se basa en el modelo del siglo XIX del Concierto Europeo de naciones que afirma adoptó Rusia para el siglo XXI en Eurasia.
Juzga que "considerando la masa de la población, extensión territorial y potencial militar de Eurasia continental, los tres grandes jugadores deberán manejar en forma colectiva los asuntos económicos y de seguridad de esta mega-región".
A su juicio, "Rusia aspira ser el principal intermediario diplomático y de seguridad en Eurasia, mientras deja a China el papel del líder económico".
El profesor de política internacional de la Universidad Federal del Extremo Oriente de Rusia, Artiom Lukin, aborda la dinámica de la Ruta de la Seda de China que abulta: "la economía de China es ocho veces más grande que la de Rusia", y considera en forma desmedida que en "el largo plazo, esta asimetría económica desarrollará una desigualdad política, con Rusia como Estado tributario (sic) de China a lo largo de la Ruta de la Seda".
Lukin expone su polémico ensayo en The Washington Post, portavoz del 'establishment' de EEUU, en colaboración con The World Post del Berggruen Institute.
Por cierto, en el sesgado Berggruen Institute abundan demasiados aliados del megaespeculador George Soros y faltan genuinos geoestrategas.
El profesor sobredimensiona la parte continental de la ruta de la seda china en su travesía por las estepas de Asia central y Rusia para desembocar en Europa, pero mutila sus otros dos vectores:
1. La Ruta de la Seda Polar, que aborda en forma pasajera y en donde otorga demasiada importancia a la 'liquidez' monetaria de China, "un país casi ártico" y elude el papel determinante que Rusia juega desde hace 10 años;
2. No cita su parte 'marítima' del Indo-Pacifico que llega hasta la parte oriental de África.
Los tres vectores de la Ruta de la Seda, que no se pueden entender sin la complementariedad rusa —si su fin es conectarse con Europa—, constituyen un punto de inflexión, lo que los geoestrategas tildan de 'game changer', en el que China consolidaría su primer sitial geoeconómico que supera a EEUU, país que se ha quedado sin proyectos —el TPP, el TTIP y el TISA avanzados por Obama— y ahora confronta a sus exaliados comerciales tanto en el TLCAN (México y Canadá) como a la Unión Europea ya sin el Reino Unido debido al Brexit.
Asimismo, Lukin concede la relevancia que se merece a la Ruta de la Seda y arguye la atracción de Rusia a partir de la "crisis de Ucrania", lo cual es muy debatible ya que, después de las aperturas de Moscú para integrarse a la OTAN, después de haber sido miembro del G-8 —aunque nunca le fue permitido participar en sus cónclaves financieros, por lo que lo califiqué de G-7,5—, el Kremlin entendió que las intenciones de la cábala de los neoconservadores 'straussianos' en EEUU era su desintegración.
Sería un grave error de juicio ilusionarse con que la cooperación de Rusia y China se epitomiza solo en la Ruta de la Seda, la cual inició desde el lanzamiento del concepto geoestratégico del RIC (Rusia, India y China) por el ex primer ministro Evgueni Primakov en 1996, y la participación de Rusia y China en el Grupo de Shanghái en 2001.
A mi juicio, Obama cometió el peor error geoestratégico al sobrestimar la capacidad bélica de EEUU y al golpear simultáneamente a Rusia —mediante el cambio de régimen en Ucrania, que tenía como objetivo balcanizar a Rusia, concomitante a las asfixiantes sanciones, y la colusión con Arabia Saudí para desplomar el barril del petróleo— y China, mediante su fracasada política del 'pivote'.
El autor peca de exagerado economicismo y soslaya el poder militar ruso que le brinda a China su paraguas nuclear.
No todo es economicismo: ¡Rusia ostenta 27 veces más bombas nucleares que China!
Lukin se equivoca al considerar que "como siempre, el principal juego de Moscú es político, más que económico", al no saber diferenciar entre economía y finanzas.
Es evidente que Rusia carece de estructuras financieras que sean competitivas frente a las de EEUU/Reino Unido, Europa y China (aún incipiente) y de las que se ha vuelto aberrantemente dependiente Moscú.
Desde el punto de vista 'económico', Rusia se encuentra prácticamente empatada con Alemania y dispone de enormes reservas de materias primas donde brillan intensamente los hidrocarburos y el oro que no cuentan aún con los apropiados financiamientos para su explotación.
La parte relevante de su disertación se centra en su abordaje tangencial de la 'Gran Eurasia' de Rusia, (7.000 bombas nucleares), China (260 bombas nucleares) e India (130 bombas nucleares), como grandes potencias, y otras tres medianas: Pakistán (el único país islámico con 140 bombas nucleares), Irán (que carece de bombas atómicas) y 'quizás' Turquía (sin bombas atómicas), que todavía pertenece a la OTAN, pero se aleja cada vez mas de EEUU después del intento del golpe de Estado de la CIA contra el sultán Erdogan.
El especialista se basa en el modelo del siglo XIX del Concierto Europeo de naciones que afirma adoptó Rusia para el siglo XXI en Eurasia.
Juzga que "considerando la masa de la población, extensión territorial y potencial militar de Eurasia continental, los tres grandes jugadores deberán manejar en forma colectiva los asuntos económicos y de seguridad de esta mega-región".
A su juicio, "Rusia aspira ser el principal intermediario diplomático y de seguridad en Eurasia, mientras deja a China el papel del líder económico".
Cita al periodista Reid Standish de Foreign Policy de que en la "masiva
cooperación económica de China y Rusia, el primero sería el banco y el
segundo sería la gran pistola".
Además, Lukin rememora la historia de la Comunidad Europea "cuando Francia actuó como el líder político, mientras Alemania occidental era el motor económico". Aduce que la "preferencia de Moscú de un nuevo orden euroasiático se refleja en su activismo diplomático, como en su papel prominente para asegurar la admisión de la India y Pakistán al Grupo de Shanghái y su apoyo para la futura membresía de Irán". Este aserto es discutible ya que fue China la que empujó la admisión de Pakistán a cambio del ingreso de la India por Rusia, mientras que la futura adhesión de Irán goza de la anuencia simultánea de Moscú y Pekín. El profesor asienta en forma correcta que los países más poderosos no-occidentales de Eurasia, congregados en la 'Gran Eurasia', constituyen la "antítesis del orden mundial dominado por Occidente". Pone en tela de juicio que "China acepte la idea rusa de que la preeminencia china deba ser restringida y equilibrada dentro de un concierto político de grandes poderes". Quizá sea excesivo el concepto de 'Gran Eurasia' que conviene a ciertos círculos del agónico poder occidental para confrontar a China y a Rusia por el control euroasiático —añeja idea de Mackinder y Brzezinski—, al estilo decimonónico entre las potencias europeas antes y durante las dos guerras mundiales. Así como el 'momento unipolar' fue anómalo cuan fugaz —que no duró mucho a partir del colapso de la URSS en 1991 y que hoy se encuentra caduco frente a la resurrección de Rusia con el advenimiento del zar Vladímir Putin en el año 2000 y el despegue geoeconómico chino desde su ingreso a la OMC en 2001, al unísono de la grave crisis financiera de EEUU en 2008 y la quiebra del banco Lehman Brothers—. En la coyuntura presente, una 'Gran Eurasia' que desdeñe la presencia de EEUU corre el riesgo de no asimilar que la dinámica del mundo se encamina a un nuevo orden mundial que imperativamente es tripolar: EEUU/Rusia/China, con sus respectivas esferas de influencia regionales. La desglobalización, al unísono del resurgimiento de nacionalismos políticos y económicos, tiende a regionalismos económicos, pero también a regionalismos políticos, donde cabría el concepto de la 'Gran Eurasia' que sería el reflejo de dos polos necesariamente complementarios, de Rusia y China, frente a EEUU: dentro del nuevo orden tripolar por asentar. |
¿Qué ganan Rusia y China con la Ruta de la Seda Polar? |
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AFP 2018/ JASON LEE La Ruta de la Seda promete acabar con la hegemonía de EEUU |
Rusia y China en el G8, la peor pesadilla para EEUU |
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AFP 2018/ HASSAN AMMAR Arabia Saudí dice adiós al petróleo |
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/ PIXABAY Rusia explica bajo qué condiciones reducirá su arsenal nuclear |
Todo lo que tienes que saber sobre el giro de Rusia a Asia
en 2017 Durante 2017 Rusia se acercó a Asia en diversos campos. Descubre los principales hitos de la diplomacia rusa en esta región.
La Organización de Cooperación de Shanghái
La adhesión de la India y Pakistán a la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) fue uno de los eventos más importantes de 2017. No obstante, varios expertos entrevistados por el periódico ruso Kommersant calificaron este paso como poco inteligente debido a que las discrepancias entre India y China podrían amenazar con paralizar el trabajo de esta organización internacional. Sin embargo, algunos especialistas destacaron que la adhesión de nuevos miembros a la Organización de Cooperación de Shanghái permitirá al ente convertirse en una organización realmente global aunque encontrar consensos en su seno será más difícil que, por ejemplo, en la ONU. "2018 deberá ser el año clave para la OCS, que demuestre si esta organización puede reconfigurarse o no para funcionar correctamente o si debe retirarse de la escena por completo", escribe el periodista ruso Mijaíl Korostikov en un artículo para el periódico ruso Kommersant.
China
Las relaciones entre Rusia y China han sido estables y se han desarrollado positivamente en 2017. Los mejores resultados han sido alcanzados en el ámbito económico. Actualmente ambos países están negociando dos acuerdos comerciales a gran escala: uno entre Moscú y Pekín y el otro entre China y la Unión Económica Euroasiática (UEE). Rusia adelantó a Arabia Saudí como el principal exportador de petróleo a China tras incrementar sus exportaciones a este país asiático en un 15,9%. Además, Rusia finalizó la construcción del segundo tramo del oleoducto Scovorodino-Mohe-Daqing. El petróleo empezará a bombearse a través de esta infraestructura el 1 de enero de 2018. Este año la empresa china Fosun adquirió —por un valor de 900 millones de dólares— el 10% de las acciones de la compañía Polyus zolota, mientras que la empresa china CEFS compró el 14,16% de las acciones del gigante Rosneft por 9.100 millones de dólares. La empresa Novatek también terminó la construcción del proyecto Yamal LNG, cuyo 29,9% está en manos de capitales chinos. En cuanto al turismo, 900.000 turistas procedentes de China visitaron Rusia en 2017.
Corea del Sur
Las relaciones con Seúl empezaron a recuperarse tras la elección de Moon Jae-in como presidente del país. Desde el principio, el político surcoreano abogó por un acercamiento con Moscú, aunque la escalada de la crisis en la península de Corea le empujó a entablar una cooperación más estrecha con EEUU. Durante la celebración del Foro Económico Oriental, en septiembre de 2017, Moon Jae-in anunció la creación del Comité Especial Económico que se encargará de desarrollar la cooperación de Corea del Sur con los países del norte. Seúl espera así incrementar las inversiones comerciales. Además, existe otro plan para tender 'nueve puentes de cooperación' con Rusia en la esfera energética y agrícola. Los representantes de Corea del Sur también empezaron a promover la iniciativa para la creación de una zona de libre comercio con la Unión Económica Euroasiática.
Corea del Norte
La crisis norcoreana se ha convertido en el principal problema asiático y global. En 2017, Pyongyang ensayó 16 misiles y una bomba de hidrógeno. Estos ensayos empeoraron las relaciones entre Corea del Norte y China —su aliado más poderoso en la región—. La conducta de Pyongyang motivó que EEUU incrementara sus fuerzas militares en Asia, que ahora amenazan no solo a Corea del Norte, sino también a la propia China. En estas circunstancias, Rusia se convirtió en una especie de puente entre EEUU y Corea del Norte. En septiembre de 2017, Joseph Yun, representante especial de EEUU para Corea del Norte, y Choe Son Hui, jefa del Departamento de América de la Cancillería de Corea del Norte, llegaron a Moscú para intercambiar mensajes e ideas sobre la crisis norcoreana. "El inicio del regreso de Moscú como árbitro de la crisis norcoreana es un éxito de la diplomacia rusa", asegura el autor del análisis.
Japón
Las relaciones con Japón decepcionaron a muchos expertos rusos este año, prosigue el periodista. Durante los tres últimos trimestres, la circulación de mercancías entre Rusia y China creció un 33,1%, entre Rusia y Corea del Sur el incremento fue del 38,6%, mientras que el comercio entre Rusia y Japón aumentó tan solo un 16,6%. Durante el mismo periodo, la organización de comercio exterior de Japón JETRO calculó que las inversiones de Japón en Rusia constituyeron el 0,03% del total de las inversiones realizadas por el país asiático en 2017. El vice primer ministro ruso Yuri Trútnev declaró el 18 de diciembre que, salvo un milagro, estaremos ante un 'antirecord' de Japón en cuanto a las inversiones en Rusia que no se había registrado desde 2005. Hiroshige Seko, ministro de Economía de Japón, destacó el hecho de que muchas inversiones japonesas en Rusia fueron realizadas a través de terceros países y por eso no figuran en los datos bilaterales Los expertos entrevistados por el periódico Kommersant señalaron que las demandas draconianas de Japón para garantizar el reembolso de los capitales invertidos y la lentitud de la burocracia nipona fueron las principales causas del freno a la cooperación entre ambas naciones. Además, en diciembre de 2017, el gabinete de ministros de Japón anunció el despliegue en el país del sistema de defensa antiaérea estadounidense Aegis Ashore. "Aunque en la Embajada de Japón en Rusia aseguraron que estos sistemas no van a estar dirigidos contra Rusia, en Moscú opinan lo contrario", enfatiza el autor del artículo.
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BY 2.0 / CHRISTIAN SIEDLER / GO OUT, SEE THE WORLD "Un nuevo orden mundial está naciendo" |
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AP PHOTO/ FRANK AUGSTEIN
Las advertencias proféticas de Putin: una década después del
discurso histórico en Múnich
El 10 de febrero de 2007 el presidente ruso Vladímir Putin ofreció un discurso en el marco de la Conferencia de Seguridad de Múnich, que más tarde sería catalogada como el hecho que marcó el antes y el después en las relaciones entre Rusia y el mundo transatlántico.
Sputnik te recuerda los temas más significativos tocados en esa intervención, con una perspectiva de tiempo que nos ayudará a entender mejor los acontecimientos que hoy tienen lugar en el mundo y qué tan actuales siguen siendo las preocupaciones expuestas en aquel entonces.
El mundo unipolar no es capaz de asegurar la estabilidad mundial
Con la desintegración del bloque socialista el filósofo y politólogo estadounidense Francis Fukuyama anunciaba 'el fin de la Historia'. Se trataba de una tesis que aseguraba la victoria final e indiscutible del liberalismo occidental, como el punto más alto de la evolución social y cultural de la humanidad, y nos predecía un futuro lleno de paz y desarrollo, sin conflictos globales o inestabilidad.
Sin embargo, décadas después, quedaba claro que la supremacía de una nación ante el resto del mundo lejos de garantizar la estabilidad global, provocó toda una oleada de conflictos y violencia nunca antes vista después de la II Guerra Mundial: desde Irak en 1991, pasando por Somalia en 1993, la rebelión de los talibanes en Afganistán en 1995, el conflicto en Yugoslavia, los atentados del 11S y las subsiguientes intervenciones en Oriente Medio.
Vladímir Putin advertía en 2007 que todos esos conflictos surgieron precisamente como un intento de imponer un solo orden global. ¿Y cuál habría sido el resultado?
"Las acciones unilaterales y fuera del ámbito legal no han sido capaces de solucionar un solo problema. Más que eso, han generado nuevas tragedias humanas y focos de tensión. Juzguen por ustedes mismos: la cantidad de guerras, conflictos locales y regionales no ha disminuido. (…) Y en esos conflictos mueren no menos, sino más personas que antes. Muchas más, significativamente más", decía Vladímir Putin en 2007.
Desde entonces, a los conflictos enumerados con anterioridad, que incluso hoy persisten, se le sumaron el conflicto en Georgia en 2008, la desestabilización de Libia y Siria con la consecuente oleada de migrantes a Europa y el conflicto interno en Ucrania. En todos estos últimos casos, excepto Libia, la intervención de Rusia parece haber sido el factor clave que ha frenado la escalada de la violencia.
"Ya para 2008 Rusia dio un duro golpe a la autoridad de EEUU cuando su socio en la región del Cáucaso, Georgia, confiado, intentó establecer su autoridad en Osetia del Sur mediante la fuerza, donde se encontraban las fuerzas apaciguadoras rusas de acuerdo con el mandato de la ONU. Como resultado de la operación de paz de Rusia, el régimen de Saakashvili colapsó y el respaldo de EEUU dejó de ser considerado como una garantía de impunidad", contó a Sputnik Vasili Káshin, experto en temas militares.
La primacía de la fuerza sobre el derecho es inaceptable
Durante toda la historia de la humanidad, el uso de la fuerza siempre fue una práctica común para la solución de conflictos. A raíz de los horrores de la Primera y Segunda Guerras Mundiales, y más después de la aparición de las armas nucleares, surgieron instituciones internacionales que pretendían servir como plataformas para la solución de los conflictos mediante el diálogo, el compromiso y en base a las leyes internacionales.
Después de la desintegración del campo socialista, EEUU quedó como única superpotencia y la falta de paridad a nivel global le desató las manos a aquellos que pretendían expandir su poder mediante la fuerza sin consecuencia alguna, violando el derecho internacional, cómo lo fue en el caso de Yugoslavia y más tarde Irak, Libia y Siria.
"Hoy día estamos observando un incontenible y exagerado uso de la fuerza en temas internacionales. Una fuerza militar. Una fuerza que ha sumergido al mundo en un abismo de conflictos sucesivos. Como resultado, esa fuerza no es suficiente para completar la solución de cualquiera de ellos, haciendo también imposible su solución política", decía Putin en su intervención del 2007.
Cada acción provoca una reacción. El uso indiscriminado de la fuerza ha creado una serie de amenazas que parecían haber sido olvidadas, como el terrorismo internacional o la carrera de algunas naciones por obtener armas nucleares y de esa manera garantizar su seguridad ante una fuerza dominante. Y si bien la crisis nuclear de Irán parece haber sido solucionada mediante el dialogo, para Corea del Norte aún parece no existir mejor garantía de su soberanía que un misil atómico dirigido a Washington.
Putin criticó el uso de la fuerza militar contra otros Estados, indicando la necesidad de respetar los principios de la Carta de Naciones Unidas. Ahora, mirando hacia atrás, podemos decir que eso [el uso de la fuerza] sólo intensificó el nivel de confrontación entre las potencias e influyó negativamente en la seguridad global", compartió con Sputnik al respecto Jia Lieying, analista del Centro de Relaciones Internacionales del Instituto de Pekín.
La expansión de la OTAN hacia Rusia socava la confianza mutua
Además de su postura militar en Oriente Medio, Norte de África y Asia Central, la OTAN continúa su expansión en el este europeo, realizando ejercicios militares regulares en las fronteras rusas. Tras la desintegración del bloque soviético, la alianza transatlántica se expandió por el este de Europa, a pesar de las garantías dadas a cambio de la retirada de las fuerzas rusas de la región.
Tras el discurso de Putin, los Estados miembros del bloque modificaron el Tratado del Atlántico Norte para permitir la adhesión de Albania y Croacia a la OTAN en 2009. Hoy, la Alianza está discutiendo la adhesión de Montenegro, manteniendo la puerta abierta para Ucrania y Georgia.
"Creo que es obvio que la expansión de la OTAN no tiene ninguna relación con la modernización de la propia Alianza o con la seguridad en Europa, por el contrario, representa una seria provocación que reduce el nivel de mutua confianza", advertía Vladímir Putin en 2007.
Tropas de la OTAN participan en ejercicios militares en el Mar Báltico, cerca de las fronteras con Rusia. Polonia, 17 de junio de 2015
© AP PHOTO/ CZAREK SOKOLOWSKI
Las economías emergentes exigirán mayor representatividad
El panorama mundial está cambiando rápidamente debido al desarrollo dinámico de una serie de países y regiones enteras. Así, el PIB de China ya supera al de EEUU, en paridad de poder adquisitivo, mientras que el PIB nominal de los países BRICS supera al de la Unión Europea entera y ya es comparable con el del G7.
"No hay razón para dudar que el potencial económico de los nuevos centros de crecimiento económico mundial inevitablemente se convertirá en influencia política y fortalecerá la multipolaridad", expresaba Vladímir Putin en Múnich en 2007.
Precisamente, hoy día vemos cómo la negativa de las potencias occidentales de brindar un mayor espacio a las economías emergentes, como, por ejemplo, en el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial, han obligado a estas a intentar crear sus propias alternativas, como el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) o el Fondo Común de Reservas Monetarias de los BRICS.
"Uno de los problemas clave de nuestro período es que el orden internacional con el que estábamos familiarizados se está desintegrando en algunos aspectos y que nuevos actores de Asia y el mundo en desarrollo están entrando en él", opinaba Kissinger, añadiendo que es hora de reconocer el papel de Rusia en el mantenimiento del equilibrio mundial.
La lucha contra la pobreza
Un tema que, a primera vista, tiene poco que ver con la seguridad global. Según el presidente ruso, la mala administración del sistema de ayuda a los países pobres, lejos de ayudar a su desarrollo, conserva su estado de subdesarrollo.
Y es que los recursos destinados a su ayuda, son repartidos como pedidos entre los propios países desarrollados, generando empleos e impuestos y ayudando a su propio desarrollo. Es decir, en vez de enseñarles a los países pobres a pescar, se les entrega el pez, y se quedan con las ganancias.
"Llamemos a las cosas con sus propios nombres: resulta que con una mano se reparte la ayuda humanitaria y con la otra no solo se conserva el subdesarrollo, sino que también se recogen los beneficios de esa ayuda", indicaba Vladímir Putin.
Como resultado, la conservación de la pobreza y el incremento de la desigualdad abren paso a la tensión social e inevitablemente aumenta el radicalismo, el extremismo y se alimentan los conflictos regionales.
Así se cierra el círculo que explica el mal estado en el que se encuentra la seguridad global, igual de actual hoy que hace 10 años.
Putin en aquel entonces ofreció una solución a todos esos problemas. Propuso abandonar la ideología unipolar a favor de la "búsqueda de un equilibrio razonable entre los intereses de todos los jugadores de la relaciones internacionales".
Sólo ahora los líderes occidentales están empezando a darse cuenta de la inevitabilidad de la multipolaridad.
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Un 'think tank' británico: China y Rusia desafían a
EEUU como primera potencia militar
LONDRES (Sputnik)— China y Rusia están desafiando la posición dominante global de Estados Unidos y sus aliados occidentales tanto en capacidad aérea como naval, según se desprende del informe anual del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), 'The Military Balance 2018' (Balance militar, 2018).
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