Guerra y paz: El centro del universo unipolar languidece (IV) Por Orestes Martí
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Guerra y paz: El centro del universo unipolar languidece (IV) Por Orestes Martí Las Palmas de Gran Canaria 2020-6-06
Muchos son los politólogos y otras destacadas personalidades quienes están evaluando la compleja situación -tanto interna como en el contexto mundial- que se presenta ante el languideciente centro de la política imperial, una de cuyas imágenes más elocuentes lo constituye la publicada ayer por Democracy now!, con la nota de alcance que incluía el texto siguiente “al otro lado de la Explanada Nacional, trabajadores federales fortificaron un perímetro de seguridad alrededor del complejo de la Casa Blanca, erigiendo una alta valla de metal negro y añadiendo nuevas barreras de hormigón”.
Hace solo unos días, la plataforma TeleSUR informaba que el filósofo y lingüista Noam Chomsky había señalado la falta de liderazgo de Donald Trump, expresando con toda la contundencia que lo caracteriza: “Estamos en manos de un megalómano sociópata, que no está interesado más que en su propio poder”.
Noam Chomsky: Trump es un megalómano al que sólo le interesa su poder.Ver en Youtube
Ayer la propia Plataforma publicó “para el reconocido politólogo Noam Chomsky, la deficiente respuesta del presidente Donald Trump ante la pandemia está ligada a intereses electorales y al afán de llenar los bolsillos de las grandes empresas, pero el problema de fondo está en el sistema. Estados Unidos permanecía sistemáticamente sin preparación cuando la pandemia del coronavirus lo golpeó, aseveró este viernes el politólogo Noam Chomsky, quien acusó al sistema capitalista y a su elegido de turno, Donald Trump, de haber puesto en riesgo la vida de los estadounidenses. El lingüista, filósofo y activista expresó que la clase capitalista proclama que EE.UU. es el país más fuerte a nivel global, pero es también el que tiene la mayor tasa de muertes por el nuevo coronavirus. Para Chomsky, la ineficacia de Washington en resolver esta crisis se explica a partir de tres razones principales: “la lógica capitalista, la doctrina neoliberal y la naturaleza del liderazgo político en el país norteamericano”, precisó. Mencionó que, tras el brote del síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por su sigla en inglés) ocurrido en 2003, ya los científicos alertaban de la posible aparición de un nuevo virus y, con él, una pandemia. Acotó que más que conocimientos, se precisa saber cómo utilizarlos. Refirió que las empresas farmacéuticas reúnen condiciones para avizorar peligros y prepararnos, pero lo impide el sistema capitalista, pues “prepararse ante una futura catástrofe no brinda beneficios económicos”. Un Gobierno también puede desempeñar ese papel, dijo, pero en el caso del estadounidense, su camino está bloqueado por la doctrina neoliberal que ha prevalecido desde los mandatos presidenciales de Ronald Reagan (1981–1989). Al referirse al liderazgo político, Chomsky apreció que, incluso en medio de ese contexto, los Gobiernos de Barack Obama se orientaron a la ciencia y establecieron una “infraestructura pandémica que planificó una respuesta temprana a las amenazas de enfermedades infecciosas”. Ello estuvo vigente, sin embargo, hasta la llegada de Donald Trump, quien “desmanteló la infraestructura científica del poder ejecutivo, incluidos los preparativos para la pandemia”, añadió. Incluso, Trump disolvió los programas conjuntos de científicos estadounidenses y chinos para estudiar los coronavirus y rechazó fortalecer los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), manifestó. En este sentido, Chomsky apreció que la gestión del Ejecutivo de la Casa Blanca ha seguido de manera elocuente el precepto de los franquistas en España: “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!”, y a su juicio, los móviles para hacerlo fueron “impulsar sus perspectivas electorales y llenar los bolsillos de las grandes empresas”. A la fecha, la pandemia de Covid-19 ha infectado a más de 6.8 millones de personas en todo el mundo, en tanto que EE.UU., país más afectado, contabiliza más de 1.9 millones de contagios y una cifra superior a los 111.000 fallecidos (1).
EEUU: comienzan a sepultar a muertos en fosas comunes de Hart Island. Ver en Youtube
Por otra parte, en un reportaje de fecha 9 de abril del presente año 2020 titulado “El racismo estadounidense crudamente expuesto”: una cantidad desproporcionada de afroestadounidenses muere por COVID-19 -y fuera publicado por Democracy Now!-, la Dra. Camara Phyllis Jones, expresidenta de la Asociación Estadounidense de Salud Pública, brindaba su visión a la destacada presentadora Amy Goodman, una parte de la cual vamos a compartir con nuestros lectores.
El coronavirus está devastando la población afroestadounidense, que está sufriendo desproporcionadamente los efectos letales del virus como resultado de una profunda desigualdad racial. En Estados Unidos, la gente negra tiene más probabilidades de padecer problemas de salud crónicos y menos acceso a un seguro médico. Además, una buena parte de las y los trabajadores que realizan tareas de primera necesidad y todavía siguen yendo a trabajar en medio de la pandemia son afroestadounidenses. Para conocer más sobre este tema, vea la conversación que tuvimos el 9 de abril con la Dra. Camara Phyllis Jones, expresidenta de la Asociación Estadounidense de Salud Pública. Recientemente publicó un artículo en la revista Newsweek, titulado “Coronavirus Disease Discriminates. Our Health Care Doesn’t Have To” (La enfermedad del coronavirus discrimina. El sistema de salud no tiene que hacerlo).
Transcripción (Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.)
AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org, el informativo de guerra y paz. Transmitiendo desde el epicentro de la pandemia, la ciudad de Nueva York. Soy Amy Goodman con Nermeen Shaikh. Pasamos a hablar sobre el coronavirus y sus efectos devastadores en la población afroestadounidense, quienes están muriendo de manera desproporcionada por el virus en todo Estados Unidos. En Michigan e Illinois, los afroestadounidenses componen del 14% al 15% de la población pero representan el 41% de las muertes por COVID-19. Solo en Chicago, los afroestadounidenses, que son el 30% de la población, suman el 70% de las muertes. En Luisiana, uno de los focos del virus en el país, los afroestadounidenses representan un tercio de la población pero el 70% de las muertes por COVID-19. El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, quien hace poco llamó al virus el “gran nivelador”, dijo que las personas negras representan el 18% de las muertes a pesar de comprender el 9% de la población en el estado. La comunidad latina representa el 29% de la ciudad de Nueva York pero el 34% de las muertes, muchas de ellas en Queens, la comunidad más diversa del país. Es posible que el número real de muertes por COVID-19 nunca se conozca, ya que muchos, a menudo indocumentados o al margen de la sociedad, mueren en casa sin ser contabilizados.
Para hablar más sobre este tema está con nosotros Camara Phyllis Jones, médica general, epidemióloga, expresidenta de la Asociación Estadounidense de Salud Pública. Su más reciente artículo para la revista Newsweek se titula “El coronavirus discrimina. Nuestro sistema de salud no debería”. ¿Puede profundizar sobre este problema, Dra. Jones? ¿A qué atribuye este efecto tan dispar en la población afroestadounidense?
DRA. CAMARA PHYLLIS JONES: La pandemia de COVID-19 está exponiendo el racismo en EE.UU. de una manera totalmente nueva, porque los cuerpos de personas de color se están apilando tan rápido y en tales cantidades que estas muertes no pueden ser normalizadas o ignoradas. Y en esta pandemia el racismo está operando de dos maneras distintas: está aumentando el riesgo de exposición al virus y ha aumentado la vulnerabilidad a éste. Está aumentando la exposición al virus porque, debido a la forma en que el racismo, el cual determina las oportunidades y asigna valor a las personas, ha estructurado nuestras oportunidades educativas y oportunidades de trabajo, tenemos empleos de mayor riesgo, infravalorados y de bajos ingresos. Hacemos parte de la fuerza laboral esencial que no está recibiendo la atención que debería y evidentemente no tenemos la protección completa necesaria. El racismo ha aumentado nuestra vulnerabilidad a este virus, porque el hecho de vivir en comunidades segregadas racialmente, cuyos recursos están segregados, sin acceso adecuado a alimentación y segregadas por el racismo ambiental y la exposición a desechos tóxicos hace que llevemos en nuestros cuerpos todas estas enfermedades: diabetes, presión arterial alta, enfermedades renales, asma, que agravan los efectos del virus en quienes lo contraen y aceleran la muerte a causa de este.
NERMEEN SHAIKH: Dra. Jones, incluso antes… Hemos mencionado las estadísticas en todas partes, pero en Chicago, incluso antes del inicio de la pandemia, la esperanza de vida de la población afroestadounidense era de casi nueve años menos que las personas blancas que viven allí. En su opinión, Dra. Jones, ¿qué se puede hacer ante esto? ¿Qué medidas se deben tomar para compensar la vulnerabilidad desproporcionada de los afroestadounidenses y de la comunidad latina ante esta emergencia sanitaria?
DRA. CAMARA PHYLLIS JONES: Sí. Gracias por esa pregunta. No podemos ver estas estadísticas y simplemente encoger los hombros o decir: “Bueno, eso era de esperarse”. Tenemos que actuar. Y debemos hacerlo teniendo en cuenta ambas circunstancias. Me preguntó sobre qué hacer cuando reconocemos que históricamente nos enfermamos más y morimos más rápido. Lo que eso implica, si de verdad reconocemos ese problema, es que tenemos que garantizar los recursos de salud en esas áreas donde ya se anticipa una alta tasa de mortalidad. No debería haber afroestadounidenses, quienes ya padecen todas estas enfermedades, viviendo en comunidades donde no solo hay carencia de suficientes pruebas de detección sino también de acceso adecuado a respiradores y recursos sanitarios en general. Así que debemos proporcionar recursos de acuerdo a las necesidades. Y ya podemos predecir esas necesidades.
En cuanto a la vulnerabilidad, el otro punto que es muy necesario mencionar, es que veremos en las noticias a personas tratando de decir, de distintas formas, que “si tenemos que racionar los respiradores, entonces tal vez deberíamos excluir a las personas que tengan diabetes u otra enfermedad”. No podemos permitir que esto ocurra. En primer lugar, no deberíamos tener que trabajar en un escenario de escasez, porque no hay razón para que haya escasez. Debemos rechazar eso. Obviamente si hay un respirador y tres pacientes, nunca debería ser un factor si “esta persona tiene diabetes o una enfermedad cardíaca” al momento de asignarlo. Creo que si llegamos a ese punto debemos distribuir aleatoriamente esos recursos. Debemos valorar a todos los individuos y poblaciones por igual. Ese es uno de los tres principios básicos para lograr igualdad en la salud.
AMY GOODMAN: Camara Phyllis Jones, quiero hacerle una última pregunta y luego haremos la segunda parte para publicarla en democracianow.org. La grave escasez de pruebas ha comprometido por completo la respuesta de la salud pública en este país. Usted ha hablado sobre el hecho de que esto discrimina a los afroestadounidenses, ¿dónde, si es posible, puede la gente obtener una prueba de diagnóstico?
DRA. CAMARA PHYLLIS JONES: Sí, eso es verdad, ¿dónde pueden hacerse pruebas? Debo decir que la manera caótica en la que hemos manejado la realización de pruebas nos está afectando a todos. Está afectando nuestra capacidad de alterar el curso de la epidemia. La manera en que estamos usando las pruebas en este país ahora solo sirve para confirmar el diagnóstico de forma muy limitada, casi mecánica, persona por persona, y solo en el entorno médico. Lo que nosotros…
AMY GOODMAN: Nos quedan 20 segundos.
DRA. CAMARA PHYLLIS JONES: Lo que necesitamos hacer en realidad es buscar a todos los que tienen la enfermedad y realizar pruebas públicas de salud. Realizar pruebas a aquellas personas con síntomas. Realizar pruebas a aquellos que no tienen síntomas, para así poder distribuir nuestros recursos e identificar y aislar a las personas que tienen la enfermedad antes de que presenten síntomas y puedan propagarla. También hacer un rastreo de contactos. Esto por el bien de todos nosotros. De esa manera, no documentamos la epidemia, sino que podemos cambiar el curso de la misma.
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