miércoles, 4 de abril de 2018

Comunicación y credibilidad Orestes Martí

 Comunicación y credibilidad
Orestes Martí

Foto Virgilio Ponce
Washington sufre una crisis de credibilidad
Por Manuel E. Yepe
*
HERMES RedFICP
Federación Internacional de Comunicadores Populares
 
Objetivamente, la credibilidad del gobierno estadounidense, con cualquiera de los dos partidos al frente, ha estado siempre en entredicho a causa de que sus pronunciamientos en política exterior sobre paz, libertad, democracia y derechos humanos contradicen o contrastan sistemáticamente con sus acciones.

Por estos días la agencia de noticias Associated Press (AP), de Estados Unidos, lamentaba en un comentario de sus periodistas que las conflictivas y engañosas declaraciones cotidianas de su Presidente, Donald Trump, y los más importantes miembros de su equipo de asesores principales alimentan nuevas dudas sobre la credibilidad de la Casa Blanca.

“Algunos congresistas republicanos incluso se preguntan si en el presidente de la nación tienen un socio con quien negociar de buena fe y cuánto vale la palabra del primer mandatario”.

Un trabajo de la AP señala que el ex ayudante de un líder republicano en el Congreso ha afirmado a la agencia que negociar con los funcionarios de la Casa Blanca se ha vuelto imposible para los republicanos, dada la propensión del mandatario a socavar las garantías públicas y privadas de su propio equipo. Se ha visto a funcionarios de la Casa Blanca en la inusual posición de instar a los legisladores a que resten importancia a algunas declaraciones del Presidente.

“Recientemente, en uno de sus habituales tuits matinales, Trump amenazó con vetar una masiva ley presupuestaria, luego de que la propia Casa Blanca había asegurado a los legisladores que el mandatario la firmaría”.

Los referidos funcionarios de la Casa Blanca insistieron en privado, según el periodista de la AP, en que el Presidente se estaba desahogando tras conocer informaciones que presentaban el acuerdo como una derrota de varias de sus prioridades.

Aunque, luego de horas de incertidumbre, Trump promulgó la legislación, esta situación inquietó a algunos republicanos. “La falta de control de los arrebatos de Trump es algo que preocupa a ambos lados de la cámara”, dijo un diputado republicano por Pensilvania que en ocasiones ha sido crítico del dirigente. “El desorden, el caos, la inestabilidad, la incertidumbre y declaraciones desmedidas no son virtudes propias de conservadores”, manifestó.

Miembros de los dos partidos han expresado su preocupación porque el Presidente parece ajeno a la forma en que, al asumir ciertas posiciones y luego abandonarlas sin pudor, socava su propia influencia y su agenda.

Las vacilaciones de Trump con la ley presupuestaria fueron solo uno más de la serie de incidentes recientes que pusieron la credibilidad de las palabras de la Casa Blanca en el punto de mira. A principios de mes, durante un acto privado de recaudación de fondos, Trump alardeó de haber inventado datos comerciales en una conversación con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.



En días recientes, Trump y su equipo negaron rotundamente el posible cese del general Herbert R. McMaster como Asesor de Seguridad Nacional, así como probables cambios en el equipo legal que se encarga del papel de Trump en la investigación del fiscal especial sobre la presunta interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales y constituyen una obstrucción a la justicia. Más allá de las declaraciones públicas, John Kelly, jefe de despacho de la Casa Blanca, había asegurado en privado a su personal que no habría reestructuraciones.

Pero a finales de la semana, McMaster había sido separado y el equipo legal parecía estar buscando su reemplazo.

Los problemas de Trump con la verdad no son algo nuevo, dice el comentario de la AP. A menudo altera los hechos, desde el número de personas que acudieron a su toma de posesión hasta el alcance de la reforma fiscal que firmó el año pasado. Y así como lo hizo al alardear de su mentira a Trudeau, el mandatario raramente parece avergonzarse al repetir afirmaciones que han demostrado ser falsas. Las encuestas demuestran que los estadounidenses no creen que Trump sea veraz, y en una realizada recientemente por Quinnipiac el 57% de los encuestados dijo que el presidente no es honesto. Los defensores del dirigente señalan que fue elegido pese a que durante su campaña las encuestas arrojaron datos similares.

Tal predisposición pone frecuentemente a sus asesores en la incómoda posición de emitir contundentes comunicados públicos que el Presidente inmediatamente desmiente. La portavoz Sarah Huckabee Sanders desmintió en repetidas ocasiones los reportes sobre la salida de McMaster en los días previos al anuncio de Trump de que tenía un nuevo Consejero de seguridad nacional.

Peter Wehner, que trabajó en los gobiernos de los presidentes Ronald Reagan, George H.W. Bush y George W. Bush, dijo que “Trump no tiene a quien culpar más que a sí mismo. Ni siquiera sabe cuál es su propia posición”.

*Manuel E. Yepe, periodista cubano especializado en política internacional, profesor asociado del Instituto de Relaciones Internacionales Raúl Roa de La Habana, miembro del Secretariado del Movimiento Cubano por la Paz.
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