sábado, 27 de noviembre de 2021

“Visiones” desde el Norte. Día de Acción de Gracias (II). Por Orestes Martí y Fernando Alemán.

 
“Visiones” desde el NorteDía de Acción de Gracias (II).
Por Orestes Martí y Fernando Alemán.
Cuando en el día ayer publicamos la primera parte de nuestro Resumen -“Día de Acción de Gracias”.- imaginamos que algunas personas comenzarían a “debatir”, sobre la polémica entorno a la primera celebración del “Día de Acción de Gracias” o Thanksgiving day (¿Colonos españoles o inmigrantes peregrinos? ¿San Agustín, en el actual estado de Florida o Plymouth en el actual estado de Massachusetts?).

Lo cierto del caso es que hay mucha historia desconocida por gran cantidad de personas, lo que -en nuestra opinión- constituye uno de los elementos fundamentales para comprender mejor los “enfrentamientos” en opiniones y criterios. También juega su papel un cierto grado de manipulación de la información que pretende hacer válida una versión determinada


NUESTROS ABUELOS CANARIOS. ISBN-84–611–4345–0.
Prólogo de Rafael Guerra Alemán

En el primer tomo de la trilogía “Nuestros abuelos canarios”, su autor brindó una amplia información al respecto e incursionó en los motivos de la presencia canaria en tierras americanas, no obstante vamos a brindar algunos otros elementos y fuentes informativas adicionales.

En su trabajo “La emigración canaria a la Florida Oriental española (1600–1821) Juan Marchena Fernández apunta: “Al considerar cualquier aspecto referente a la Florida Oriental durante el período colonial, es necesario tener en cuenta la incidencia de su situación geográfica, tanto con respecto al sistema de comunicaciones metrópoli-colonias americanas, como con el papel que le correspondía a esta península en el esquema geoestratégico del Caribe. Florida era un territorio considerado vital por las autoridades, tanto desde Cuba como desde Madrid, y debía ser defendido y mantenido, poblado e integrado en la estructura colonial, ya que de su seguridad dependía en buena parte la del tráfico comercial que retornaba a España, actuando además como barrera defensiva ante la expansión hacia el sur que venía realizándose desde los establecimientos británicos situados en la costa atlántica de norteamérica”.

En el sitio Canarias en América sobre San Agustín podemos leer lo siguiente: “Fundada en 1584 por 70 familias canarias, fue la primera ciudad proyectada por europeos en territorio de los actuales Estados Unidos de Norteamérica. Debido a la posición geoestratégica de la península de Florida, San Agustín fue antes que nada una fortaleza, por lo que los emigrantes tenían el doble carácter de colonos y soldados. En esta ciudad, la influencia canaria se deja entrever en cualquier manifestación de la vida cotidiana, no sólo debido a que su fundación fuera canaria, sino que a partir del siglo XVIII la emigración canaria alcanzó una cota bastante significativa en este territorio, por lo menos hasta 1763, año en el que la península pasa a manos británicas”.

¿Y por qué fue fundada por canarios?. Eso nos lleva al término “tributo de sangre”. Veamos lo que nos dice la enciclopedia al respecto: “Tributo de sangre o Tributo en sangre es la denominación popular que recibió el derecho de familias, una imposición de la Corona española a las Islas Canarias, que consistía en la obligación de enviar cinco familias canarias a América por cada cien toneladas de mercancías que llevaran los barcos con productos de las Islas Canarias. Esta obligación forma parte del Reglamento Real de 1718 por el que se rompe el monopolio comercial con América que hasta ese momento mantenía la Casa de Contratación (establecido desde un año antes en Cádiz y anteriormente en Sevilla). Por otro lado, el número de familias canarias emigradas a América superó normalmente el número de familias estipuladas por el reglamento antes mencionado, debido a que se constituyó en mecanismo de represión sobre la población isleña de la Corona española y de las oligarquías canarias que poseían grandes propiedades y realizaban la exportación de los productos agrícolas (caciques). Así, en 1684, emigraron las primeras familias canarias a América a través del tributo de sangre, habiendo emigrado en ese año 97 familias canarias a La República Dominicana y mas de 10,300 al actual México. ​La emigración hacia América estuvo prohibida desde 1574, para impedir la despoblación de las islas; pero a partir de la crisis agraria de finales del siglo XVII se percibieron signos de superpoblación y pareció oportuno recurrir a la emigración como válvula de escape. A lo largo del siglo XVIII el derecho de familias se convirtió en una imposición fiscal, al permitir a los armadores eludir su obligación con un pago en metálico cuando no hubiera familias dispuestas a emigrar en las condiciones oficiales. El tributo de sangre se abolió en 1778.​

“El efecto emigratorio fue significativo y contribuyó a consolidar la presencia española en aquellas áreas del Imperio español en América amenazadas por potencias rivales como fue Portugal, que desde el sur de Brasil amenazaban la región del Río de la Plata, o Inglaterra y Francia en las áreas al norte del río Grande y en el golfo de México y en el Caribe. La fundación de ciudades como Montevideo o San Antonio de Texas o las repoblaciones llevadas a cabo en Cuba, Puerto Rico, la República Dominicana y el delta del río Misisipi, son pruebas de la importancia de este esfuerzo repoblador de la corona española llevado a cabo con colonos procedentes de las Islas Canarias.

“En la actualidad, en algunas áreas del delta del río Misisipi, continúan viviendo descendientes de los antiguos colonos canarios establecidos en el siglo XVIII que, al vivir en condiciones de casi aislamiento, han mantenido el idioma español hasta el presente (al menos entre las generaciones más viejas) y manifiestan un cierto orgullo de ser descendiente de los antiguos isleños”.

Una vez brindada la información que pudiera arrojar un poco de mayor claridad al tema tratado, vamos a compartir ahora lo publicado por la destacada comunicadora norteamericana Amy Goodman en su Columna de Democracy Now! con visión personal.


Amy Goodman y Denis Moynihan

Estados Unidos: A 400 años de la primera celebración del Día de Acción de Gracias, la resistencia indígena está en ascenso

“Wampanoag, Massachusett, Nipmuc, Mohegan, Pequot, Narragansett, Passamaquoddy, Miꞌkmaq. Estos son solo algunos de los pueblos originarios que conforman lo que actualmente se denomina Nueva Inglaterra, región donde se celebró la primera cena de Acción de Gracias hace 400 años, en el otoño boreal de 1621. El mito de esa comida compartida se ha ido transformando a lo largo de los siglos, hasta convertirse en una representación de la amistad y la cooperación entre los colonos ingleses que se asentaron en la ciudad de Plymouth, en el estado de Massachusetts, y los miembros de la tribu Wampanoag que habían estado allí durante al menos 10.000 años. Si bien ese encuentro fue pacífico, en el mejor de los casos fue una tregua simbólica en el curso del genocidio que los colonos europeos estaban llevando a cabo contra las poblaciones nativas. Mientras las familias estadounidenses se reúnen en todo el país para celebrar el Día de Acción de Gracias de 2021, las comunidades indígenas que han sobrevivido a siglos de violencia, desplazamiento y racismo sistémico continúan en pie de lucha, defendiendo la tierra, el agua y su propia existencia.

“Esos primeros 100 colonos, popularmente conocidos como “peregrinos”, llegaron al territorio del pueblo Wampanoag en 1620. Después de atravesar el primer invierno, asolados por las enfermedades y el hambre, el número de esos colonos se redujo a 54. Los indígenas acudieron en su ayuda y les enseñaron a cultivar los productos locales. Llegado el momento de la cosecha, los colonos lograron almacenar suficiente comida para sobrevivir el siguiente invierno y organizaron un banquete para celebrarlo. Mientras tanto, los Wampanoag acababan de sufrir una epidemia que había durado varios años y diezmado a varias poblaciones nativas de la región, por lo que, según creen los historiadores, la tribu buscó una asociación estratégica con los colonos. En ese entonces, el rey Jacobo I de Inglaterra fomentaba el proceso de colonización e incluso afirmaba que la epidemia mortal que había sufrido el pueblo Wampanoag había resultado beneficiosa. En una proclama emitida en 1620, el rey Jacobo calificó a esa epidemia como una “peste maravillosa” que había provocado “la destrucción, la devastación y el despoblamiento de todo ese territorio”.

“El historiador Bernard Bailyn, fallecido el año pasado a la edad de 97 años, describió a esa época como “los años bárbaros”, ya que los llamados “peregrinos” cometían masacres y montaban campañas militares cada vez más crueles contra las comunidades nativas para quedarse con sus tierras. Luego del rey Jacobo I, otros líderes se expresaron sobre el genocidio en curso de una manera más diplomática e implementaron iniciativas coloniales como la denominada “Destino Manifiesto” y la Ley de Reorganización Indígena de 1934 que cimentaron el sistema moderno que promueve el empobrecimiento y abandono de las reservas indígenas.

“Uno de los reclamos que enumeró la Declaración de Independencia de Estados Unidos contra el rey Jorge III fue su apoyo a los supuestos ataques que “indios salvajes y despiadados” perpetraban contra los colonos. Desde 1777 hasta 1868, Estados Unidos firmó al menos 368 tratados con naciones originarias y no cumplió con ninguno de ellos. Canadá tiene un historial similar en ese sentido. Las comunidades indígenas de ambos países no han dejado de exigir que se respeten esos tratados y la soberanía de los pueblos nativos.

“En noviembre de 1969, un grupo de activistas indígenas estadounidenses ocupó la prisión federal de la isla de Alcatraz en la bahía de San Francisco, que estaba cerrada y abandonada, y emitió un manifiesto de carácter sarcástico. En esa proclama, los activistas “exigían” que Alcatraz se convirtiera en una reserva, ya que tenía todas las características de una: estaba aislada; no contaba con sistema de agua corriente ni saneamiento; no había acceso a la atención médica, a la educación ni al empleo; y sus ocupantes serían tratados como prisioneros. La ocupación duró 19 meses, involucró a miles de personas e inspiró a los pueblos indígenas de América del Norte a exigir justicia. Posteriormente, en 1973, un grupo de activistas del recién fundado Movimiento Indígena Estadounidense tomó el control de Wounded Knee, una pequeña localidad situada en la reserva indígena de Pine Ridge, en el estado de Dakota del Sur. La ocupación impulsó la solidaridad internacional por los derechos indígenas.

“En 2016, la resistencia indígena llegó a la primera plana de los medios mundiales cuando las tribus Lakota y Dakota establecieron campamentos en la reserva Standing Rock para oponer resistencia a la construcción del oleoducto Dakota Access. Luego de que la empresa propietaria del oleoducto, Energy Transfer Partners, atacara a golpes a los defensores indígenas del agua y azuzara perros contra ellos, el número de ocupantes de los campamentos aumentó de manera drástica a más de 10.000 personas, entre las que se contaban representantes de más de 200 naciones y tribus indígenas. El oleoducto finalmente se construyó, pero había surgido una nueva era de resistencia indígena.

“En la actualidad se están construyendo varios oleoductos para transportar el petróleo extraído de las arenas bituminosas del oeste de Canadá, lo que implica el traslado del combustible fósil más contaminante del mundo a través de territorios indígenas y ecosistemas frágiles. La resistencia liderada por indígenas contra el oleoducto Línea 3 de la empresa Enbridge en el norte del estado de Minesota lleva varios años en curso. La líder de la tribu Anishinaabe, Winona LaDuke, ha estado en la primera línea de esa resistencia. LaDuke criticó al presidente Joe Biden por no tomar ninguna medida contra la construcción de la Línea 3 de Enbridge. En una entrevista con Democracy Now!, la activista se refirió a la decisión de Biden de designar a Deb Haaland como Secretaria del Interior, la primera persona indígena en ocupar un cargo en un gabinete presidencial de Estados Unidos:

““Joe, no designes en tu gabinete a personas indígenas solo para quedar bien. Déjalas hacer su trabajo. Este Gobierno colonial necesita el aporte de la comunidad indígena. Es la forma de que las cosas cambien”.

“En la provincia canadiense de Columbia Británica, la nación soberana de Wet’suwet’en viene llevando adelante una lucha contra la construcción del gasoducto Coastal GasLink, de la empresa TC Energy, un proyecto que costará miles de millones de dólares. Esta semana, la policía federal canadiense puso fin a un bloqueo de varios meses de duración en el sitio de perforación del gasoducto. La policía irrumpió violentamente, con un hacha y una motosierra, en una de las casillas montadas por los activistas y arrestó a los defensores de la tierra que estaban dentro. Luego, la policía quemó completamente la casilla.

“El mito de esa exuberante comida que los colonos y los indígenas compartieron hace 400 años sigue enmascarando y ocultando la miseria que sufren las comunidades indígenas, desde la pobreza, hasta el abuso de sustancias, pasando por la actual epidemia de mujeres indígenas desaparecidas y asesinadas. Pero las comunidades nativas, resilientes y organizadas, se han puesto en pie de lucha y continúan resistiendo. Demos gracias por eso.”

Una última “visión”, nos la brinda la Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina, en un despacho desde Washington

“Nativos de EEUU ven Día de Acción de Gracias como jornada luctuosa “Washington, 25 nov (Prensa Latina) Para miembros de tribus nativas americanas la jornada de Acción de Gracias, que se festeja hoy en Estados Unidos y otras naciones, está lejos de ser motivo de celebración y sí de luto debido a su origen. Queremos educar a las personas para que comprendan que las historias que todos aprendimos en la escuela sobre esta tradición no son más que mentiras, dijo a la agencia Associated Press Kisha James, miembro de las tribus aquinnah wampanoag y oglala lakota.

“La festividad popular se remonta a principios del siglo XVII, cuando los peregrinos de Europa y los nativos norteamericanos se reunían para compartir la abundancia del otoño, una celebración de buena voluntad antes del genocidio que estaba por llegar.

“Para nosotros, hoy es un día de luto -expresó James- porque recordamos a los millones de antepasados nuestros asesinados por los colonos europeos a quienes nadie invitó aquí.

“Por esa razón, distintos grupos en Nueva Inglaterra conmemoraron la fecha, como mismo hacen desde el año 1970, como una jornada luctuosa para crear conciencia sobre el proceso histórico.

“En el evento, que tuvo lugar en Massachusetts, los participantes tocaron tambores, ofrecieron oraciones y condenaron lo que los organizadores describen como «el sistema injusto basado en el racismo, el colonialismo, el sexismo, la homofobia y la destrucción de la Tierra con fines de lucro».

Brian Moskwetah Weeden, presidente del Consejo Tribal Mashpee Wampanoag, declaró a la Boston Public Radio a principios de esta semana que los estadounidenses le deben a su tribu una deuda de gratitud por ayudar a los peregrinos a sobrevivir a su primer invierno, pero eso no fue recíproco a largo plazo.

“Para Weeden solamente habría que estar agradecidos por sus antepasados ​​que ayudaron a los peregrinos a sobrevivir y jugaron un papel esencial en el nacimiento de esta nación.

“El Día de Acción de Gracias se estableció de forma oficial como un feriado por el presidente Abraham Lincoln en octubre de 1863, en medio de la Guerra de Secesión (1861–1865).

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