El año 2017 (Cobertura al concluir. III) Orestes Martí |
Agenda de Trump en 2017, cambio de dirección y derogaciones
Por Martha Andrés Román
(Corresponsal jefa de Prensa Latina en EE.UU.)
Washington (PL) La agenda del presidente estadounidense Donald Trump, durante 2017, estuvo marcada en gran medida por el abandono de reglas, medidas y acuerdos de administraciones pasadas, sobre todo los adoptados por su predecesor, Barack Obama (2009-2017).
De todas las políticas que el mandatario republicano decidió revertir, las que mayor rechazo internacional provocaron fueron la decisión de sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre cambio climático y el reciente reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel.
También con alcance internacional estuvieron la salida del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica y el llamado a renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, un mecanismo que el gobernante ha amenazado con eliminar si no se obtienen los resultados que él desea.
A ello se sumó la reversión de muchos pasos del proceso de normalización de relaciones iniciado con Cuba en diciembre de 2014, y la decisión de no certificar el cumplimiento por parte de Irán del acuerdo nuclear que la nación persa alcanzó en 2015 con seis potencias mundiales, entre otros temas.
En el plano doméstico, su principal arremetida contra el legado de su antecesor en la Casa Blanca fue el intento de derogar la ley sanitaria conocida como Obamacare, lo cual resultó infructuoso tras continuos esfuerzos en el Congreso.
Sin embargo, otros cambios sí se llevaron a cabo, como la reversión de numerosas normas ambientales aprobadas por el ejecutivo previo, permitir el avance de los polémicos oleoductos Dakota Access y Keystone XL o reducir el tamaño de monumentos nacionales.
Gran rechazo provocó en diversos sectores del país el anuncio de la eliminación, a partir de marzo próximo, del programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA).
Esa iniciativa, puesta en vigor por la administración de Obama en 2012, ha protegido de la deportación a 800 mil jóvenes indocumentados traídos a Estados Unidos durante su niñez, para los cuales el Congreso deberá encontrar una respuesta en los próximos dos meses o correrán el riesgo de ser expulsados.
Además, aunque no logró la revocación del Obamacare y la sustitución de esa ley de salud por una nueva, la recién aprobada reforma fiscal incluyó una disposición para eliminar el mandato individual de esa normativa, que resulta clave para su funcionamiento.
EE.UU. CONTRA EL MUNDO
Con el argumento de su política 'Estados Unidos Primero', a la hora de adoptar muchas de las mencionadas decisiones Trump ignoró los llamados de líderes mundiales, incluso aliados tradicionales de este país, y de muchos sectores norteamericanos.
El 1 de junio el republicano cumplió una de sus promesas de campaña al anunciar el futuro abandono del Acuerdo de París, con la justificación de que lo convenido en la capital francesa 'castigaría' a esta nación e instituiría 'restricciones energéticas onerosas' que obstaculizarían el crecimiento económico.
Durante esa misma jornada el presidente de Francia, Emmanuel Macron; la canciller federal de Alemania, Angela Merkel; y el primer ministro de Italia, Paolo Gentiloni, publicaron una declaración conjunta en la que rechazaron la afirmación del norteamericano de que el pacto podría volver a redactarse.
En tanto, e13 de octubre, Trump se negó a certificar el cumplimiento por parte de Irán del acuerdo nuclear, a pesar de que la Unión Europea insistió en que el convenio es 'una solución duradera a largo plazo' y consideró que 'está funcionando'.
Alentamos al Gobierno y al Congreso norteamericanos a considerar las consecuencias a la seguridad de Estados Unidos y sus aliados antes de tomar una medida que pudiera minar el pacto, expusieron en un comunicado conjunto Reino Unido, Francia y Alemania.
Como parte del anuncio, Trump también dio a conocer una nueva estrategia hacia la nación persa como parte de la cual pidió a su administración trabajar con el Congreso en aras de arreglar los defectos que desde su punto de vista tiene el mecanismo.
Casi al cierre del año, el 6 de diciembre, el jefe de la Casa Blanca reconoció oficialmente a Jerusalén como la capital de Israel, pese a las advertencias de líderes mundiales de que la media amenazará la seguridad regional y posibles conversaciones de paz.
Mediante esa postura, descrita por el republicano como un nuevo acercamiento al conflicto entre Israel y Palestina, cambió el rumbo seguido por todos sus predecesores, quienes, pese a la estrecha alianza existente con el territorio judío, evitaron un pronunciamiento de ese tipo sobre la ciudad santa.
Trump también orientó al Departamento de Estado mover la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén.
Medios estadounidenses informaron que un día antes de divulgar su posición Trump conversó telefónicamente sobre el tema con el presidente palestino, Mahmoud Abbas; el egipcio, Abdel Fattah el-Sisi; y los reyes Salman bin Abdulaziz, de Arabia Saudita, y Abdullah II, de Jordania.
Cada una de esas figuras expresó su oposición al plan del gobernante, a quien advirtieron que socavará la estabilidad regional y las esperanzas de paz en el futuro previsible.
Por Martha Andrés Román
(Corresponsal jefa de Prensa Latina en EE.UU.)
Washington (PL) La agenda del presidente estadounidense Donald Trump, durante 2017, estuvo marcada en gran medida por el abandono de reglas, medidas y acuerdos de administraciones pasadas, sobre todo los adoptados por su predecesor, Barack Obama (2009-2017).
De todas las políticas que el mandatario republicano decidió revertir, las que mayor rechazo internacional provocaron fueron la decisión de sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre cambio climático y el reciente reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel.
También con alcance internacional estuvieron la salida del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica y el llamado a renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, un mecanismo que el gobernante ha amenazado con eliminar si no se obtienen los resultados que él desea.
A ello se sumó la reversión de muchos pasos del proceso de normalización de relaciones iniciado con Cuba en diciembre de 2014, y la decisión de no certificar el cumplimiento por parte de Irán del acuerdo nuclear que la nación persa alcanzó en 2015 con seis potencias mundiales, entre otros temas.
En el plano doméstico, su principal arremetida contra el legado de su antecesor en la Casa Blanca fue el intento de derogar la ley sanitaria conocida como Obamacare, lo cual resultó infructuoso tras continuos esfuerzos en el Congreso.
Sin embargo, otros cambios sí se llevaron a cabo, como la reversión de numerosas normas ambientales aprobadas por el ejecutivo previo, permitir el avance de los polémicos oleoductos Dakota Access y Keystone XL o reducir el tamaño de monumentos nacionales.
Gran rechazo provocó en diversos sectores del país el anuncio de la eliminación, a partir de marzo próximo, del programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA).
Esa iniciativa, puesta en vigor por la administración de Obama en 2012, ha protegido de la deportación a 800 mil jóvenes indocumentados traídos a Estados Unidos durante su niñez, para los cuales el Congreso deberá encontrar una respuesta en los próximos dos meses o correrán el riesgo de ser expulsados.
Además, aunque no logró la revocación del Obamacare y la sustitución de esa ley de salud por una nueva, la recién aprobada reforma fiscal incluyó una disposición para eliminar el mandato individual de esa normativa, que resulta clave para su funcionamiento.
EE.UU. CONTRA EL MUNDO
Con el argumento de su política 'Estados Unidos Primero', a la hora de adoptar muchas de las mencionadas decisiones Trump ignoró los llamados de líderes mundiales, incluso aliados tradicionales de este país, y de muchos sectores norteamericanos.
El 1 de junio el republicano cumplió una de sus promesas de campaña al anunciar el futuro abandono del Acuerdo de París, con la justificación de que lo convenido en la capital francesa 'castigaría' a esta nación e instituiría 'restricciones energéticas onerosas' que obstaculizarían el crecimiento económico.
Durante esa misma jornada el presidente de Francia, Emmanuel Macron; la canciller federal de Alemania, Angela Merkel; y el primer ministro de Italia, Paolo Gentiloni, publicaron una declaración conjunta en la que rechazaron la afirmación del norteamericano de que el pacto podría volver a redactarse.
En tanto, e13 de octubre, Trump se negó a certificar el cumplimiento por parte de Irán del acuerdo nuclear, a pesar de que la Unión Europea insistió en que el convenio es 'una solución duradera a largo plazo' y consideró que 'está funcionando'.
Alentamos al Gobierno y al Congreso norteamericanos a considerar las consecuencias a la seguridad de Estados Unidos y sus aliados antes de tomar una medida que pudiera minar el pacto, expusieron en un comunicado conjunto Reino Unido, Francia y Alemania.
Como parte del anuncio, Trump también dio a conocer una nueva estrategia hacia la nación persa como parte de la cual pidió a su administración trabajar con el Congreso en aras de arreglar los defectos que desde su punto de vista tiene el mecanismo.
Casi al cierre del año, el 6 de diciembre, el jefe de la Casa Blanca reconoció oficialmente a Jerusalén como la capital de Israel, pese a las advertencias de líderes mundiales de que la media amenazará la seguridad regional y posibles conversaciones de paz.
Mediante esa postura, descrita por el republicano como un nuevo acercamiento al conflicto entre Israel y Palestina, cambió el rumbo seguido por todos sus predecesores, quienes, pese a la estrecha alianza existente con el territorio judío, evitaron un pronunciamiento de ese tipo sobre la ciudad santa.
Trump también orientó al Departamento de Estado mover la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén.
Medios estadounidenses informaron que un día antes de divulgar su posición Trump conversó telefónicamente sobre el tema con el presidente palestino, Mahmoud Abbas; el egipcio, Abdel Fattah el-Sisi; y los reyes Salman bin Abdulaziz, de Arabia Saudita, y Abdullah II, de Jordania.
Cada una de esas figuras expresó su oposición al plan del gobernante, a quien advirtieron que socavará la estabilidad regional y las esperanzas de paz en el futuro previsible.
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