Pueblos: Estados Unidos de América; dos opiniones: Lorenzo
Gonzalo y Andrés Gómez
Por Orestes Martí
Las Palmas de Gran Canaria 2020-11-20-a
Muchos amigos nos escriben y nosotros tratamos siempre de darle cobertura a sus
opiniones y reflexiones; no siempre ello es posible -como nuestros amables
lectores podrán suponer- debido al volumen de dicha información. Sin embargo,
hay temas que por su calado buscamos la forma de ponerlos al alcance de un clic
de los potenciales interesados. En este sentido, vamos a reproducir hoy dos materiales que hemos recibido de dos
de nuestros históricos colaboradores.
Lorenzo Gonzalo |
Los republicanos cubanos avanzan en Miami
Por Lorenzo Gonzalo
16 de noviembre del 2020
Encuestas realizadas por la Universidad de Florida entre los años 2010 y 2015,
el 76 por ciento de los cubanos que llegaban de Cuba se afiliaron al Partido
Republicano; un 5 por ciento al Demócrata y el 29 por ciento restante, no tenían
filiación.
Esa reacción de los cubanos llegados a Estados Unidos tras haber sido en gran
parte víctimas de políticas violatorias de normas internacionales de derechos
humanos, alentadas fundamentalmente por los republicanos, es incomprensible para
el observador más imparcial.
Tanto ellos como el resto del mundo saben que esas injustas sanciones no han
causado ninguna mella en las instituciones gubernamentales de Cuba, pero
objetivamente hablando, aun cuando no hayan creído el discurso oficial, quien
achaca todos sus males a esas agresiones, es evidente para ellos y para
cualquier persona, que las limitaciones impuestas por Washington, en su mayoría,
dificultan la vida del ciudadano común, pero no dañan el poder gubernamental.
Por consiguiente, refrendarlas es un acto hipócrita que sirve a los intereses
políticos de los cubanos llegados en la década del sesenta, quienes detentan el
dominio político de Miami desde la presidencia de Ronald Reagan. Uno de los
motivos que explican esta sumisión a una política perjudicial para el pueblo
cubano, que ellos mismos sufrieron en carne propia en su momento, sólo se
explica porque arrastran la disciplina social de no impugnar jamás a ningún
representante de alto rango del poder gubernamental.
Son personas despolitizadas, con tendencia a no criticar las decisiones de
“arriba”.
El “establishment” estadounidense, ese conjunto de intereses que representa el
nódulo central del poder del Estado, tradicionalmente ha practicado políticas
dirigidas a derrocar por algún medio, al gobierno de La Habana.
Los cubanos que emigran a Estados Unidos, son generalmente gente de familia,
trabajadores, profesionales y técnicos de diferentes categorías, deseosos de
visitar su país todos los años. Antes de la prohibición a los cubanos para
entrar ilegalmente a Estados Unidos, (recordemos que por un tiempo permitían y
alentaban esas entradas con el propósito de drenar al país de técnicos y
trabajadores), también llegaban algunos delincuentes. Muchos de ellos eran
personas a quienes la Embajada de Estados Unidos en La Habana les negaba el
ingreso por sus antecedentes criminales. Cuando llegaban en una endeble
embarcación por las costas floridanas, les daban la bienvenida. Pero en general,
quienes emigran son personas trabajadoras, casi todas con una educación media y
superior.
Curiosamente la mayoría de los recién llegados aprenden cómo aprovechar los
beneficios sociales que el sistema ofrece y no faltan quienes abusen del mismo.
Pero lo más sorprendente es que la mayoría asume el discurso agresivo opositor,
echado a andar por el movimiento contrarrevolucionario de los años sesenta, el
mismo que expresa el poder político de Florida, el Condado Miami-Dade y sus
municipios, sin tener en cuenta que esto perjudica a la familia que dejaron
detrás y a sus amistades, a quienes contradictoriamente quisieran visitar todos
los fines de semana. Tienen una mezcla de amor — odio respecto a su país, sin
ninguna conciencia de dicho sentimiento.
Evidentemente, como esas son las normas locales del “poder político”, y
habiéndose acostumbrados a “coincidir” con el discurso oficial, en general las
respetan y mayoritariamente las practican. Esto explica en parte, por qué el 76
por ciento de los llegados entre los años 2010 al 2015, se inscribieron como
Republicanos.
El voto cubano permitió al candidato Presidente Donald Trump ganar las
elecciones en el Estado Florida, aunque no fue suficiente para ganarlas en el
Condado Miami Dade, como había prometido el Presidente Trump en visitas previas
de campaña.
No obstante, los cubanos republicanos tuvieron una aplastante victoria al ganar
dos puestos más en el Congreso Federal y reforzaron su ya poderoso poder en el
estatal. Lo cual valida más aún mi observación respecto al papel de los cubanos
con su votación cerrada y militante a favor de Trump, quienes obviamente
facilitaron su victoria en el estado de Florida.
Trump ganó Florida por 372,707 votos más que Biden. Si consideramos que, entre
registrados republicanos y sin filiación los hispanos suman 631,696 (estadística
de la Registración del Votante 2020) en unas elecciones donde difícilmente se
escuchaba un latino del Condado Miami Dade manifestarse en contra de Trump,
temerosos del desafiante grito de un cubano y si agregamos la votación masiva de
cubanos republicanos, más los hispanos no afiliados que se dejaron influenciar
con las propagandas de “socialismo” echada a rodar por los conservadores, en una
zona donde decir socialismo es como mencionar la soga en casa del ahorcado,
podemos asumir que de esa cifra un alto porcentaje favoreció el cómputo total de
Florida.
En el 2016 Hillary Clinton ganó el Condado con poco más de 30% de la votación,
esta vez los Demócratas lo ganaron por una ventaja del 7.04%. Saque ud las
diferencias y comprobará que tengo razón para decir que la ambivalencia cubana,
reclamando sus derechos de emigrados, mientras apoyan políticas migratorias que
los perjudican, son el principal factor que ha ocasionado que los Demócratas
pierdan espacio.
Si la tendencia continúa, los republicanos podrían tener asegurado el Condado
Miami Dade en las elecciones del 2024.
Algo está haciendo mal el Partido Demócrata para que esto suceda. No es posible
que una población que ha sido víctima en su tierra de políticas erradas de
Washington para derrocar al gobierno de turno en Cuba, perjudicándolos a ellos
mientras vivieron allí y como también a sus familias y amigos, apoye masivamente
al partido político que las ha diseñado. Algo anda chueco, al margen de ese
hábito por reverenciar a los funcionarios que detentan el poder, al que están
acostumbrado una gran parte de los cubanos. Hay algo más y los estrategas del
Partido Demócrata deben investigarlo.
Considero que una parte del misterio para cortar ese nudo gordiano y terminar
con dicha ambivalencia, está en favorecer una política con la nación cubana de
mayor apertura. La solución no está en predicar el derrumbamiento del gobierno
de La Habana, sino en tender puentes.
Es fundamental influenciar para que Washington cambie su política si queremos
que el cubano emigrado compruebe cuánto significa para su beneficio ese tipo de
cambio. Esto seguramente también contribuirá para que Cuba ajuste la suya.
Sólo así los famosos “cubanos de Miami” recobrarán su identidad para convertirse
nuevamente en los “cubanos de Cuba”.
Esto además permitiría que los cubanos pudieran ser lógicamente comprendidos por
los demás inmigrantes y por los propios estadounidenses, porque hasta hoy no
existe nada más contradictorio para el resto de las nacionalidades que viven en
Estados Unidos y los propios estadounidenses que un cubano.
Andrés Gómez |
El Goebbles rubio
Andrés Gómez, director Areitodigital
19 de noviembre de 2020
Miami.- “Miente, miente, miente, que algo quedará, mientras más grande sea una
mentira más gente la creerá”. Esta idea fue afirmada por Joseph Goebbles en los
años de la II Guerra Mundial cuando ejercía como Ministro para la Ilustración
Pública y Propaganda del gobierno hitlerista alemán. Tal parece que hoy la
estamos viviendo, leyendo y oyendo producto de la propaganda diaria en sus tuits
y declaraciones públicas del presidente estadounidense Donald Trump.
Miente, miente, miente que algo quedará, como mantuviera Goebbles ,“I WON”
(GANÉ), “I CONCEDE NOTHING” (NO CONCEDO NADA), y así lo hace en sus tuits
continuamente Donald Trump, mintiendo, mintiendo y mintiendo… mientras más
grande sea una mentira más gente la creerá… Así ha sido hasta ahora en estos
tiempos, que ya nos parecen interminables, después de los resultados evidentes
de las elecciones presidenciales en Estados Unidos el pasado 3 de noviembre.
No importa que Biden haya obtenido más de 79 millones de votos, 6 millones más
votos más que Trump, (lo derrotó, hasta este momento, por 4 puntos porcentuales,
51% a 47%). No importa que Biden haya obtenido un determinante resultado de 306
votos electorales (compromisarios) contra 232 votos electorales que Trump
obtuviera en ese vetusto y antidemocrático sistema que hace a un candidato
presidente de la república cuando obtiene los 270 votos electorales requeridos
por la Constitución federal. 306 votos electorales el mismo número de votos
electorales con que Donald Trump ganó las pasadas elecciones presidenciales, a
pesar de haber sido derrotado por 3 millones de votos –votos reales, los de los
ciudadanos estadounidenses- por su contrincante demócrata Hillary Clinton.
A pesar que las cifras demuestran que Trump perdió las elecciones, a pesar de
que los minuciosos recuentos de los votos emitidos confirman la derrota
electoral de Trump, millones de personas en este país siguen creyendo a Trump, y
lo más terrible aún, es que seguirán creyendo a Trump; como millones de alemanes
siguieron creyendo y apoyando a Hitler, jefe de Goebbles, durante el régimen del
III Reich.
Nada de esto es nuevo en las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Es así
desde las elecciones presidenciales de 1824, tanto años en el pasado; aunque
durante las últimas décadas ha existido un virtual consenso bipartidista — entre
los partidos hegemónicos- el Republicano y el Demócrata- para no poner en riesgo
el sistema político existente en Estados Unidos, no deslegitimarlo, como lo está
haciendo de manera escandalosa Donald Trump.
¿Por qué lo está haciendo el señor Trump? ¿Por gusto? ¿Porque tiene un trastorno
narcisista infantil de su personalidad como algunos afirman? Y si así fuere,
además de ser por muchas otras razones que ha demostrado a todos durante sus
cuatro años de desgobierno, específicamente durante el periodo de la pandemia
que nos azota cuyas terribles consecuencias — más de 250 mil muertes y 11
millones de infectados, más de un millón de infectados en la última semana
solamente — y que en gran medida son responsabilidad de las decisiones ineptas
del desgobierno de Donald Trump, me lleva a preguntarme ¿cómo es posible que una
persona como Trump haya llegado a ser presidente de este país?
Sabrá Dios porqué Trump está haciendo lo que hace. Pero propongo lo siguiente.
Trump ha sido derrotado en su aspiración presidencial. Vamos a asumir que él,
contra todos los pronósticos, está convencido que sería reelecto presidente, y
que, trastornado, entonces, rumiando en su presente y su futuro, ya está
alimentando sus posibilidades a la presidencia para dentro de cuatro años. A su
favor tiene que son más de 73 millones de personas que votaron por él. Son
muchos votos. Tantos que los dirigentes del partido republicano están aterrados
a contradecirlo. No se atreven ni se atreverán.
Muchos son los peligros que amenazan a Trump durante los próximos meses y años
en los tribunales de justicia por sus trampas relacionadas a sus finanzas. Esto
probablemente sería así, si Trump no contribuyera más al caos que le dejará al
nuevo presidente si se decidiera a utilizar el perdón presidencial –derecho
constitucional ilimitado de tufo monárquico — para perdonarse a sí mismo de
cualquier o todos los delitos posibles. Ningún presidente lo hecho
anteriormente, ni Richard Nixon, aunque Trump lo podría hacer…
Su destitución de altos funcionarios del sector militar y de la inteligencia es
muy preocupante. Siembra el temor y la desconfianza entre la población, lo cual
es ciertamente su objetivo.
Fomentar el caos y la incertidumbre hasta más no poder para hacer la labor del
nuevo presidente lo más difícil posible. Sus muchos recursos ante los tribunales
para intentar complicar o, inclusive nulificar, los resultados electorales son
muestras adicionales de esta intención maléfica.
Biden encuentra a un país dividido, un Congreso prácticamente en manos de los
conservadores, y la presencia amenazadora de Donald Trump siempre mintiendo y
enmarañando para fomentar la confusión, el desorden y el desbarajuste intentando
establecer la ilegitimidad del nuevo gobierno.
Creando las condiciones óptimas para establecer el caos, para nutrir sus
ambiciones e intereses. Donald Trump no desaparecerá del escenario político
nacional, lo tendremos presente, mintiendo, mintiendo, mintiendo…///
Red FICP Canal de la Red de la Federación Internacional de Comunicadores Populares ESTA ES UNA PUBLICACIÓN DE LA RED DE LA FEDERACIÓN INTERNACIONAL DE COMUNICADORES POPULARES (RedFICP)
ACTUALIZACIÓN PERMANENTE AQUÍ
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