lunes, 22 de octubre de 2018

Bulos y “ruidos” informativos: Guaicaipuro Cuatemoc cobra la deuda a Europa Por Orestes Martí

Bulos y “ruidos” informativos: Guaicaipuro Cuatemoc cobra la deuda a Europa
Por Orestes Martí

 
Los bulos y los “ruidos” informativos que toda la vida han formado parte del arsenal dedicado a la manipulación de la información, ahora -producto de un incontrolable snobismo-, son llamados “Fake news”; el mismo perro con diferente collar.

Hace sólo unos días que leí en la Red que los españoles -el 57% para ser más exactos-, son los europeos que más se creen las ‘fake news’ o información falsa. Incluso EiTB informaba haber desarrollado un “decálogo” o Guía para detectar noticias falsas en internet y redes sociales.

El popular sitio Cubainformación mantiene en su portal una sección dedicada a denunciar la manipulación mediática contra Cuba y en otros lugares del mundo. Por su parte, la Federación Internacional de Comunicadores Populares, mediante su RedFICP acostumbra a publicar informaciones -por muy diversas vías- que tratan de contrarrestar la ya conocida fórmula de Göbbels, de que “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”.

Desde hace años, acostumbro a remitir a l@s amig@s que me envían información de este tipo por todas las vías a su alcance, una explicación que aparece en la Enciclopedia Wikipedia: Un bulo o noticia falsa es un intento de hacer creer a un grupo de personas que algo falso es real. El término en inglés «hoax», con el que también es conocido, se popularizó principalmente en castellano al referirse a engaños masivos por medios electrónicos, especialmente Internet.

A menudo ocurre que un escrito, una obra literaria o una cita importante se comienza a atribuir a diferentes autores; tal es el caso de Guaicaipuro Cuatemoc cobra la deuda a Europa, que en un mismo día lo recibí por WhatsApp (con excusas de la remitente por su tamaño), por Messenger (tres remitentes) y por correo electrónico…. y atribuido a un cacique, a Evo Morales y al mismísimo Gaicaipuro.

El texto -como fenómeno comunicacional- ha sido objeto de estudios académicos, ver: “La recepción en internet del relato de Luis Britto García «Guaicaipuro Cuautémoc cobra la deuda a Europa”

Pero ¿quién es realmente el autor de esa pieza tan admirada como distribuida?…. El verdadero autor es el intelectual venezolano Luis Britto García a quién recientemente la Coordinadora Internacional TESORO otorgó el Certificado de Miembro de Honor de la Red Social Integrada Bolivarianos
 

Guaicaipuro Cuatemoc cobra la deuda a Europa
 Por: Luis Britto García (publicado originalmente por el diario El Nacional de Caracas, el 18 de octubre de 1990)

 Aquí pues yo, Guaicaipuro Cuatemoc he venido a encontrar a los que celebran el encuentro.
 Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que la encontraron hace sólo quinientos años.
 Aquí pues, nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y es bastante.
 Nunca tendremos otra cosa.
 El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron.
 El hermano usurero europeo me pide el pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca autoricé a venderme.
 El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses, aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento.
 Yo los voy descubriendo. También yo puedo reclamar pagos y también puedo reclamar intereses. Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo y firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a Sanlúcar de Barrameda ciento ochenta y cinco mil kilos de oro y dieciséis millones de kilos de plata provenientes de América.
 ¿Saqueo? ¡No lo creyera yo!
 Porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron a su Séptimo Mandamiento.
 ¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su hermano!
 ¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los calumniadores, como Bartolomé de las Casas, que califican al encuentro como de destrucción de las Indias, o a ultrosos como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo y la actual civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos! ¡No! Esos ciento ochenta y cinco mil kilos de oro y dieciséis millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de muchos otros préstamos amigables de América, destinados al desarrollo de Europa. Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir la devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios.
 Yo, Guaicaipuro Cuatemoc, prefiero pensar en la menos ofensiva de estas hipótesis.
 Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el inicio de un plan ‘Marshalltezuma’’, para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.
 Por eso, al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito, podremos preguntarnos:
 ¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o por lo menos productivo de los fondos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional?
 Deploramos decir que no.
 En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, en armadas invencibles, en terceros reichs y otras formas de exterminio mutuo, sin otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como en Panamá, pero sin canal.
 En lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de quinientos años, tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta y provee todo el Tercer Mundo.
 Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman según la cual una economía subsidiada jamás puede funcionar y nos obliga a reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los intereses que tan generosamente hemos demorado todos estos siglos en cobrar.
 Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarle a nuestros hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas del veinte y hasta el treinta por ciento de interés, que los hermanos europeos le cobran a los pueblos del Tercer Mundo.
 Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo del diez por ciento, acumulado sólo durante los últimos trescientos años, con doscientos años de gracia.
 Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto, informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de ciento ochenta y cinco mil kilos de oro y dieciséis millones de kilos de plata, ambas cifras elevadas a la potencia de 300.
 Es decir, un número para cuya expresión total, serían necesarias más de 300 cifras, y que supera ampliamente el peso total del planeta Tierra.
 Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto pesarían, calculadas en sangre?
 Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.
 Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indoamericanos.
 Pero sí exigimos la firma de una Carta de Intención que discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente, y que los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa, que les permita entregárnosla entera, como primer pago de la deuda histórica.

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