Por Orestes Martí
Recientemente publicamos el trabajo Masonería Cubana: patrimonio de la nación en el que recogíamos la información siguiente: “La Gran Logia Masónica de Cuba celebró este 5 de diciembre el aniversario 158 de su fundación, con una sesión conmemorativa que contó, como eje central, con una conferencia de quien es considerado por los masones un asidero de la organización y sus miembros, el doctor Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana….
“En su discurso, el director de la Red de Oficinas del Historiador y el Conservador de las Ciudades Patrimoniales de Cuba, el doctor Eusebio Leal Spengler, resaltó la gloriosa historia de la masonería en Cuba, y cómo esta institución representa lo más puro de la personalidad de un hombre y la sociedad en la que se inserta. Momento en que recordó a «los que siendo laicos o hermanos, creyentes o no, lucharon por la independencia de Cuba y se consagraron a servirla», como el ilustre Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes”….
En un libro en preparación, bajo el título “Triángulo y compás: la Masonería en Cuba y en otros sitios” de los hermanos Roberto y Adalberto Domínguez Lima, se recogen algunos interesantes temas sobre la masonería y otras entidades fraternales que en diferentes formas lucharon por la independencia y la libertad de su país.
En estos momentos en que en Cuba se lleva a cabo un proceso encaminado a efectuar cambios en su Constitución, resulta verdaderamente interesante conocer algunas historias -en nuestra opinión- poco divulgadas sobre tales vínculos y los esfuerzos emprendidos por algunos de sus miembros.
En el mencionado libro se recoge la siguiente nota, tomada hace algunos años de la web de la Gran Logia de Cuba de AL y AM (Antiguos Libres y Aceptados Masones) “Aunque desde finales del siglo XVIII existió en Cuba cierta actividad masónica, protagonizada por los emigrados franceses de Haití, no es hasta el siglo XIX que se funda la primera logia en la Isla por un francés radicado en Santo Domingo, y nombrado Joseph Cerneau. “El Templo de las Virtudes Teologales №103” se constituyó en La Habana, con carta patente de la Gran Logia de Pennsylvania, en el año 1804 de la Era Vulgar, y a éste le sigue la fundación de otras logias como “L`Amitié” y “Benefique Concorde”. A pesar de que Cerneau tuvo que marcharse rápidamente del país, acusado de instigador revolucionario; la masonería que él había inaugurado, se propagó con rapidez.
Fueron masones de ideas democráticas los que fomentaron la primera conjura para la emancipación del país en 1809. Pero a la manera en que ocurren las cosas en las películas de capa y espada, la conspiración fue descubierta por la denuncia de un sacerdote que no tuvo escrúpulos en traicionar el secreto de confesión de una devota señora temerosa por la vida de su esposo involucrado en los hechos. Uno de los conspiradores, el abogado Joaquín Infante, masón de ideas separatistas, llegó a elaborar incluso lo que se considera el primer Proyecto de Constitución para la futura República de Cuba, un documento que llevaba en su espíritu lo más avanzado de la ideas de la época, pero que no tuvo la suerte de cumplir su destino.
Por su parte, el destacado intelectual e historiador cubano Eduardo Torres-Cuevas en su libro “Historia de la masonería cubana en seis ensayos” escribe: "En la década final del siglo XVIII se origina un profundo cambio en las estructuras económicas cubanas con la generalización del sistema agrario de plantaciones con fuerza de trabajo esclava. La sociedad adquiere un marcado acento esclavista, pero, paralelamente, se incrementa el campesinado y las capas sociales intermedias. La oligarquía cubana define su conformación y sus proyecciones. La Ilustración, en su expresión española, y la tradición criolla se convierten en las bases del pensamiento y de los proyectos de este núcleo hegemónico. Este contexto se ve fuertemente influido por tres procesos revolucionarios: el norteamericano, el francés -sin dudas, el de mayor incidencia- y el haitiano.
Por su parte, el destacado intelectual e historiador cubano Eduardo Torres-Cuevas en su libro “Historia de la masonería cubana en seis ensayos” escribe: "En la década final del siglo XVIII se origina un profundo cambio en las estructuras económicas cubanas con la generalización del sistema agrario de plantaciones con fuerza de trabajo esclava. La sociedad adquiere un marcado acento esclavista, pero, paralelamente, se incrementa el campesinado y las capas sociales intermedias. La oligarquía cubana define su conformación y sus proyecciones. La Ilustración, en su expresión española, y la tradición criolla se convierten en las bases del pensamiento y de los proyectos de este núcleo hegemónico. Este contexto se ve fuertemente influido por tres procesos revolucionarios: el norteamericano, el francés -sin dudas, el de mayor incidencia- y el haitiano.
El 17 de diciembre de 1804 se le otorga su carta de constitución a la primera logia masónica creada para Cuba. Llevó el nombre de Le Temple des Vertus Théologales, en francés, y venía funcionando desde 1802 “de la era vulgar”. Significativamente, su carta patente, con el número 103, no estaba expedida por el Gran Oriente de Francia sino por la Gran Logia de Pensilvania, por entonces el centro político más importante de los recién creados Estados Unidos de Norteamérica. Esta logia, raramente referida en los libros de historia de Cuba, tiene, sin embargo, un destacado papel en los procesos nacionales cubanos. Su núcleo constituyente original estaba formado por franceses y su primer Venerable Maestro, Joseph Cerneau, presenta especial interés, pues ha sido señalado por algunos historiadores de la masonería norteamericana como “el masón que más daño hizo a la masonería de los Estados Unidos”. Por el contrario, otros autores masones lo llaman “entusiasta y combativo hermano”, mientras que el gobernador de la Isla, Salvador del Muro y Salazar, marqués de Someruelos, le atribuyó “un carácter revolucionario”. Cerneau fue expulsado de la masonería norteamericana en 1813 por el Supremo Consejo de Charleston, Carolina del Sur, pero la logia que creó en Cuba se mantuvo y algunos de sus miembros estuvieron vinculados a las primeras conspiraciones separatistas. Éste es el caso de la que encabezó Román de la Luz, miembro de esa logia, junto con otros masones vinculados a ella. Digna de resaltar es la actuación de otro miembro de ese taller, Joaquín de Infante, quien escribió la primera constitución para una república de Cuba independiente, justo el año en que se aprobaba en España la de Cádiz (1812).
Pero ¿Y que sabemos de Joaquín Infante? Consultemos con la Enciclopedia cubana ECURED: Joaquín Infante Infante. Abogado cubano, autor de la primera constitución independentista para Cuba. Fue autor de textos masónicos, de varios poemas y de una biografía de Francisco Javier Mina.
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