jueves, 1 de octubre de 2020

Economía y desarrollo: Cuba y la producción de alimentos (II) Por Orestes Martí.


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Economía y desarrollo: Cuba y la producción de alimentos (II)
Por Orestes Martí.
Las Palmas de Gran Canaria
2020-9-
30

Como anunciamos ayer -“Economía y desarrollo: Cuba: bloqueo y producción de alimentos (I)”-, a partir de hoy vamos a reproducir de forma íntegra -pero por partes- el anunciado  DOCUMENTO DE LA SOCIEDAD ECONÓMICA DE AMIGOS DEL PAÍS SOBRE LA PROBLEMÁTICA AGROPECUARIA EN CUBA

Introducción. Sociedad Económica de Amigos del País Consejo Científico

La Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP), considerando la importancia y la urgencia de solucionar la problemática agropecuaria en Cuba, ha elaborado el presente documento recogiendo un valioso conjunto de opiniones de una parte de sus asociados, las que fueron analizadas y sistematizadas por su Consejo Científico, tras un proceso de convocatoria que llegó a todos los miembros, Secciones y capítulos Territoriales.

Se trata de una modesta, pero necesaria contribución, al esfuerzo que libra la nación cubana por alcanzar la soberanía y la seguridad alimentarias de su población. Reconocemos que el problema planteado es muy complejo y requiere de un enfoque multidimensional y transdisciplinario, pero sin lugar a dudas, entre todos lograremos resolverlo; recordemos el pensamiento martiano: “La Patria se levanta sobre los hombros unidos de todos sus hijos. No se tiene el derecho del aislamiento: se tiene el deber de ser útil”.

El documento que se presenta está compuesto por una fundamentación, un conjunto de acciones a realizar y una relación bibliográfica para la ampliación de su contenido. Se dispone además de una síntesis ejecutiva, así como de todos los criterios emitidos por los asociados de la SEAP, los que podrán ser consultados si se desea profundizar o puntualizar en el tema tratado.

Para facilitar el análisis y la comprensión del material, las acciones se han organizado en las dimensiones siguientes:
a) organizacional;
b) económico-financiera;
c) social;
d) ambiental;
e) jurídica;
f) informacional;
g) educacional;
h) científico-tecnológica;
i) cultural.

Fundamentación.

El análisis integral desarrollado con la activa participación de los miembros de la SEAP sobre uno de los temas vitales de la sociedad cubana actual, la insuficiente disponibilidad de alimentos para la población, ha permitido elaborar esta fundamentación como base general de las acciones específicas dirigidas a solucionar dicho problema, con una perspectiva abarcadora desde las fases de planificación, investigación y producción hasta las de comercialización y consumo.

Debe tenerse en cuenta que las peculiaridades del modelo de desarrollo económico, político y social cubano en las dos primeras décadas de este siglo están determinadas por las siguientes condiciones: estado socialista (sin poder contar ya con la comunidad de países en que basó su crecimiento en las cuatro últimas décadas del siglo XX), país subdesarrollado (pero con indicadores de educación y salud propios del primer mundo), ubicación caribeña (aunque con baja integración en esta subregión), territorio insular (con los crecientes efectos negativos que eso implica debido al cambio climático), así como nación bloqueada por el gobierno estadounidense durante los últimos sesenta años (que además de las enormes limitaciones que implica en todos los sectores, ha propiciado la tendencia de justificar con esa causa externa a múltiples deficiencias internas).

Fieles a la tradición bicentenaria de esta institución en la complementariedad de su actividad científica y el compromiso patrio, se ha partido de considerar el contexto general económico, político y social cubano para poder profundizar en dicha problemática, atendiendo a nueve dimensiones esenciales: Organizacional, Económico — Financiera, Social, Ambiental, Jurídica, Informacional, Educacional, Científico-Tecnológica y Cultural, cuyo contenido se expone íntegramente a continuación:

La producción de alimentos en Cuba resulta insuficiente para cubrir las necesidades de toda su población; prácticamente la mayor parte de lo que se consume proviene de las importaciones, cuya factura anual resulta inalcanzable para las disponibilidades financieras del país, sin que se logre convertir en realidad el reiterado llamado a hacer producir la tierra todo lo necesario para depender menos de los abastecimientos procedentes del exterior.

La alimentación, la vivienda y el transporte son los tres problemas principales que obstaculizan la vida cotidiana de la población cubana. Específicamente la producción de alimentos ha sido declarada tarea priorizada por el Gobierno, pero aún no se ha logrado un enfoque integral y sistémico que incluya todos los elementos que van desde la producción y el acopio, hasta la distribución y comercialización de lo que llega a la mesa de cada casa cubana.

Existen valiosos resultados de investigación que pueden ser consultados para intentar resolver este problema clave para la soberanía nacional, conscientes de dos puntos esenciales:
a) los contrastes entre políticas trazadas para regular e impulsar el proceso de producción-comercialización de alimentos agrícolas y las prácticas concretas para materializarlas,
 b) las necesarias transformaciones en el sistema de comercialización, como parte crucial del modelo económico nacional.

La intención del Estado de descentralizar y flexibilizar las formas de gestión en la agricultura choca con irregularidades y alteraciones de las normas establecidas, por ejemplo: las 30 cartas remitidas -de agosto 2019 a agosto 2020- por trabajadores del sector agropecuario a los periódicos Granma, Juventud Rebelde y Trabajadores revelan violaciones reiteradas en el pago por la venta de productos a empresas agrícolas y porcinas, con atrasos de años; así como poca sensibilidad de funcionarios y dirigentes en el tratamiento de situaciones concretas como la demora en la aprobación de la chequera por jubilación, o la pérdida de expediente laboral por parte de la institución, impidiendo al trabajador presentar su jubilación. Igualmente hacen referencia al irrespeto a los contratos firmados y la dilación en la entrega de tierras en usufructo para ponerlas a producir, demostrando que aún existen fenómenos de burocratismo y corrupción que retraen y desestimulan a los campesinos y obreros agrícolas, verdaderos protagonistas de esta batalla.

En el mercado minorista cubano de productos agrícolas participan múltiples actores, asociados a formas de gestión diferentes, como reflejo de la diversidad de tipos de propiedad constitucionalmente aprobadas, cuya actividad debe orientarse por los principios de complementariedad e interacción en condiciones similares; sin embargo, persisten comportamientos que frenan esas políticas. Como señaló el presidente cubano este año al presentar la Estrategia Económica y Social: para poder avanzar en la producción de alimentos se requieren importantes transformaciones, entre ellas las del sistema de comercialización.

Datos del Ministerio de la Agricultura fijan en 6 300 000 hectáreas la tierra cultivable en Cuba, siendo propiedad estatal alrededor del 54%. Se calcula que esta forma de propiedad solo produce el 20%, mientras que los productores privados aportan el 80% de producción en un conjunto de renglones importantes. Entre las causas de la ineficiencia estatal en este sector se encuentra el sistema de gestión centralizado y con procesos de comercialización casi monopólicos, en todo lo cual no siempre se tienen en cuenta factores como el incremento de costos de mano de obra, carencias de insumos que hacen disminuir los rendimiento de las cosechas, insuficiente tecnologías que encarecen los costos de producción, y sobre todo el manejo netamente administrativo en la formación de precios coyunturales, que lejos de aliviar la situación, la agravan cuando una cantidad de productos disminuye en el mercado, elevándose sus precios desmedidamente.

En la actualidad existe un déficit de productos agrarios procedentes del campo, por lo que hay que importar unos 2 mil millones de dólares de alimentos, cuando existen condiciones para que al menos el 50% de esa cantidad pueda ser producida en el país.

La agricultura es uno de los sectores socioeconómicos que tiene asociada una gran red de centros científicos y universidades, con una atención gubernamental directa, durante muchos años protagonizada por el máximo líder de la Revolución, Fidel Castro, prácticamente igual que en el sector de la salud, en el que sí se han alcanzado resultados de nivel internacional.

No obstante, la agricultura casi nunca ha logrado suplir las necesidades de la población, aunque en leche, huevos y carne de cerdo hubo logros importantes antes del llamado “período especial”, a partir del cual se limitó sensiblemente el suministro a nuestro país de alimento animal, y productos como fertilizantes, medicamentos, insumos veterinarios, maquinaria agrícola e industrial, etc.

No se ha logrado cumplir el propósito del Autoabastecimiento Municipal para la entrega a la población de 30 libras de productos vegetales (viandas, hortalizas, granos y frutales) y 5 kg de carne per cápita. Esta realidad está condicionada por factores objetivos, pero en lo fundamental está dada por reservas inexplotadas en la organización, planificación, control y participación de la población.

Dichas reservas están muy vinculadas a barreras subjetivas, como son: enfoque sectorial de la producción de alimentos; dispersión de la información que permita valorar con transparencia y precisión este proceso desde el surco hasta el plato y sus consecuencias en la calidad de vida de las personas; limitadas relaciones entre los actores de la producción de alimentos que dificultan el encadenamiento productivo; la formación de fuerza de trabajo calificada no se corresponde con la estructura por edades y calificación de las personas dedicadas a la producción de alimentos a nivel municipal; insuficiencias en los procesos de contratación y pagos a los productores que propician ilegalidades, corrupción y la actividad delictiva.

Las estadísticas actuales no reflejan en toda su magnitud la seguridad alimentaria y nutricional desde la producción de alimentos hasta el consumo, pues no coinciden los cultivos incluidos en la estrategia de autoabastecimiento municipal con las estadísticas que se publican a este nivel, ya que no contemplan: aportes de la agricultura urbana, suburbana y familiar, producción, acopio, beneficio, comercialización (volúmenes de comercialización, precios mayoristas, minoristas, etc.) y consumo, entre otras con la coherencia necesaria que permita adoptar las decisiones pertinentes en cada momento. En consecuencia, los análisis de estos temas están basados en resultados globales per cápita y no tienen en cuenta la diversidad de los productos y los precios con que realmente llegan al consumidor final.

Las principales insuficiencias y errores existentes en el plano organizativo y económico, que inciden negativamente en la oferta de alimentos a la población cubana, pueden sintetizarse en el siguiente orden:
a) Inadecuada atención a la fuerza laboral (considerando desde su capacitación hasta la estimulación moral y material)
b) Carencia de la disciplina tecnológica necesaria para asegurar las buenas prácticas,
c) Insuficiente asimilación de las mejores tecnologías y resultados científicos a escala nacional e internacional,
d) Escaso desarrollo de la logística, generándose cuantiosas pérdidas en el almacenamiento, distribución y venta de los productos (además de la falta de beneficio y el incremento del maltrato en la transportación),
e) Inexistencia de un trabajo conjunto con la ANAP (1) para desarrollar acciones con centros de investigación y universidades con vista a la introducción de los avances de la CTi en los diferentes campos, que incluyan las ciencias agropecuarias, técnicas, económicas, ambientales y sociales.

El análisis y las propuestas de solución al conjunto de problemas relacionados con la soberanía alimentaria ha adolecido de enfoques coyunturales o de corto plazo, sin llegar a comprenderse la necesidad de transformar la estructura y formas de funcionamiento de las instituciones tradicionales que han dirigido el sector agrícola cubano, resultando vital renovar la base conceptual y los métodos de trabajo, comenzando por la valoración del enfoque de la transdisciplinariedad, la teoría de la complejidad y el pensamiento no lineal, para poder superar décadas de agudo trastorno multisistémico en la agricultura cubana, lo que explica su incapacidad casi genética para resolver los problemas alimentarios de la nación.

Se carece de la aplicación de modelos conceptuales novedosos, que contribuyan a la definición del desarrollo basado en el enfoque de triple eje: Tecnológico (isoyetas de lluvia regional, laboratorio de suelos, control de acidez, sistema de riego, equipamiento y otros), Económico (precios, sistemas de pago y retribución material, créditos bancarios y otros) y de Gestión (calidad del proceso de toma de decisiones, niveles de participación, motivación, racionalidad del ciclo de dirección, y de política de capacitación); garantizándose una adecuada integración de estos tres factores a escala nacional y local, actual y perspectiva.

Como en el conjunto de la labor del Estado, la superestructura del sector agroalimentario se inclina más a la administración de entidades que al desarrollo de políticas públicas del sector, debido a una cultura de dirección burocrática, marcada por el control del sistema empresarial y hasta de las propias cooperativas sobre las que no debería ejercerlo directamente; lo que se complica por la predominante organización vertical de las OSDE (2) por subramas y no por cadenas de valor de sus producciones, lo que en lugar de contribuir a la dinamización de sus resultados, implica la apropiación estatal de los recursos de las empresas, y mediante estas de las UEB (3), que son los que crean valor, y al estar estrechamente vinculados al ministerio por el que son “atendidos” en realidad son subordinados al mismo.

Lo anterior incide directamente en la baja productividad de la fuerza de trabajo, del área de cultivo y de otros recursos necesarios, incluyendo la limitación de la autoridad correspondiente a las cooperativas y los propios campesinos, así como: el abuso del empleo del mercado cautivo, las pérdidas y mermas elevadas por reducción de la calidad y cantidad de las cosechas, lo anticuado, ineficaz e ineficiente del sistema logístico de traslado y disposición de producciones hasta los consumidores, con reducido enfoque sistémico, entre otros elementos como la descapitalización, la obsolescencia tecnológica y la lentitud excesiva con que son tratados los proyectos de inversión extranjera.

Como reflejo de la crítica situación demográfica del país (poca natalidad, excesiva emigración externa, etc.), así como la preferencia por la juventud de trabajos con mejores oportunidades, más del 40% de la fuerza de trabajo del sector agropecuario excede los 50 años. La falta de motivación de los jóvenes también pudiera estar provocada por la falta de perspectivas renovadoras del sector.

El sistema agro-alimentario cubano, desde la planificación productiva hasta el proceso de venta a los usuarios tiene deficiencias estructurales y organizativas, en sentido general, y particularmente en cuanto a no disponer de un sistema logístico integrado, con herramientas matemáticas, de las TIC y nuevos medios de gestión, que faciliten un control de distribución equitativa y de evaluación de costos. Paralelamente, en el proceso de comercialización se utiliza un sistema basado en criterios y/o indicadores no acordes a la movilidad de los rangos adquisitivos (además de la doble moneda y los sistemas cambiarios) de los diferentes sectores, lo que hace difícil un proceso de control basado en precios versus costos.

Generalmente los escenarios donde se analizan los resultados científicos no son los mismos en que se toman las decisiones con relación a la producción y consumo de alimentos en el país, así como una gran parte de los directivos a nivel nacional, provincial y municipal, tanto del gobierno como de los ministerios que intervienen en la producción de alimentos no dispone de información actualizada sobre los resultados científicos nacionales ni internacionales disponibles, en lo que influye la falta de un repositorio general que permita su divulgación.

Las empresas no visualizan a las entidades de ciencia del CITMA (4), universidades y otras instituciones académicas como aliados para buscar soluciones a sus problemas, y muchas veces no tienen clara la dimensión de esos problemas, pues trabajan con una visión de corto plazo.

Lo proyectos de desarrollo local no siempre están basados en la gestión del conocimiento, a niveles básicos como las Unidades de Ciencia y Técnica, y aún menos con la incorporación de enfoques novedosos como el de la complejidad.
Se manifiestan determinados hiatos jurídicos relacionados con diversos aspectos del sistema de producción agropecuaria que deben ser resueltos tras un minucioso trabajo de revisión y actualización.

Existen problemas humanos, y por lo tanto culturales, incidiendo en el sistema general de la agricultura, que no han sido suficientemente identificados ni estudiados con una visión multidisciplinaria capaz de revelar las cuestiones subjetivas que pueden estar impidiendo el logro de los resultados productivos necesarios, así como la sostenibilidad de los planes agrícolas.

La producción de alimentos no debe verse al margen de los problemas sistémicos internos y externos que la condicionan, pues no puede haber una agricultura que cubra las necesidades de consumo de la población si no existe una política económica que garantice no solo las inversiones, los insumos, los precios, los impuestos, la superación de los cuadros, los estímulos materiales y morales y muchas otras cuestiones pertenecientes al nivel macroestructural, sino también que propicie la elevación de la calidad de vida, que rebasa la oferta de una programación cultural para la recreación de las comunidades, aunque no lo excluye, pero que tiene que ver más con el cómo, el qué y el para qué la gente vive su vida cotidiana y familiar.

A nivel comunitario y municipal existen tierras ociosas sin identificar y sin tener definido su uso potencial, por ejemplo, para desarrollar proyectos de agricultura urbana con organopónicos, o minindustrias de conservas y dulces típicos cubanos a nivel local y familiar, lo que podría contrarrestar el desconocimiento existente sobre todo en la población más joven sobre la gastronomía tradicional cubana.

Generalmente, las respuestas a las deficiencias del sistema de producción agropecuaria en Cuba se han centrado en aspectos instrumentales, organizacionales, estructurales y económicos, que no dejan de ser importantes, pero que todos ellos por sí solos no resuelven los problemas, dejando casi a un lado la dimensión ambiental, comenzando por el suelo y el agua, dos temas prácticamente ausentes en toda discusión sobre la producción agropecuaria cubana.

Cuba dispone de unos seis millones de hectáreas de suelo agrícola, más que suficiente para cubrir las demandas nutricionales de sus habitantes. Según datos oficiales, más de un 70% son poco y muy poco agroproductivos, reduciendo el rendimiento potencial hasta en un 40%, así como gran parte de los suelos cubanos está muy afectada y las inversiones anuales para su transformación en suelos productivos es realmente muy baja, mientras un gran por ciento de la capa vegetal ha ido a parar a los embalses.

Los procesos erosivos afectan a 2,5 millones de hectáreas de suelos, el alto grado de acidez alcanza alrededor de 3,4 millones de hectáreas, la elevada salinidad y sodicidad influencia alrededor de un millón de hectáreas, la compactación incide sobre 2,5 millones de hectáreas, y en resumen el 60% de la superficie del país se encuentra afectada por estos y otros factores, incluso por más de un factor a la vez. La superficie de suelos beneficiados anualmente resulta insuficiente para enfrentar la degradación y la tendencia a la desertificación.

No se dispone de una categorización actualizada de los suelos agrícolas cubanos, que permita la designación adecuada de los terrenos a cada cultivo.

La incorporación de resultados investigativos en materia de Edafología o Ciencia del Suelo, por ejemplo, en el caso de los llamados Cambios Globales en los Suelos (transformación de sus propiedades por el uso continuado, en sinergia con los efectos de la degradación ambiental global) a pesar de los libros publicados y premios obtenidos aún no tiene toda la aplicación práctica en cultivos básicos como el frijol y el maíz.

En cuanto al agua, que en la actualidad es el recurso natural más amenazado, el área de regadío para la producción agrícola es baja y se conoce que un cultivo puede multiplicar por cinco o seis su rendimiento si el área está bajo riego dosificado. Por otra parte, los recursos hídricos disponibles per cápita anuales están heterogéneamente distribuidos en el país, siendo las provincias orientales las menos favorecidas, con excepción de Granma. La media nacional de 1220 m3 por persona al año sitúa a Cuba en un nivel de estrés hídrico moderado, considerando los indicadores internacionales.

Son muy diversas las interpretaciones que se les da a los conceptos de agricultura sostenible y agroecología, desde quienes los consideran simples propuestas tecnológicas como alternativa temporal ante carencias de medios, hasta quienes lo asumen como una manera diferente de gestionar el desarrollo rural, incluyendo a los que excluyen el empleo de insumos químicos, variedades transgénicas, mecanización y hasta el riego, dándole un enfoque de producciones orgánicas.

La actividad agraria se desarrolla al aire libre y cada sitio tiene características propias (topografía, suelo, clima local, cultura agraria, disponibilidad de fuerza de trabajo, entre muchos otros), por lo que los manejos apropiados solo pueden ser construidos localmente, teniendo como principal fuente la cultura agraria local, enriquecido con el conocimiento científico actualizado, para su adecuada contextualización, con fuertes capacidades locales de gestión del conocimiento, capaces de integrar saberes tácitos con saberes explícitos, para diseñar manejos y tecnologías apropiadas a cada lugar y momento; esto es mucho más complejo que la aplicación de instructivos técnicos.

Históricamente Cuba fue un país productor de carne y leche, sector al que la Revolución dedicó un gran proceso inversionista y en la década de los ochenta la producción de leche superaba el millón de toneladas por año; pero esos avances se perdieron por causa en gran medida del deterioro ocurrido en el patrimonio de los suelos pastoriles, estatales y particulares; el pastoril se distingue del suelo agrícola por que exige técnicas ecológicas, como aireación del suelo por medio de arados.

El país cuenta con razas de alta productividad de leche y carne cuando se dispone de una alimentación adecuada, las cuales deben tener un manejo apropiado de acuerdo con el contexto productivo.

La atención a los trabajadores ganaderos es tan importante como la atención al ganado, pero no se logra garantizarles los insumos necesarios para el buen desarrollo de su trabajo, tanto en las empresas como en las cooperativas, lo que conlleva al éxodo laboral hacia otros sectores.

La protección de las cuencas hidrográficas y los bosques naturales aún no cuenta con una óptima interrelación entre los componentes físicos, biológicos y sociales, por lo que en ocasiones se altera el estado natural de laderas montañosas y zonas de nacimiento de ríos y arroyos, así como se dañan bosques o coberturas vegetales para satisfacer otras necesidades.

Se mantiene el uso indiscriminado del arado y la práctica de la quema de terrenos, provocando que buena parte de los suelos naturales de Cuba sea cada vez menos fértil (cerriles, escuálidos, sabánicos y distróficos), llegando en algunos lugares a un proceso de desertificación, que tendrá resultados funestos en un tiempo no muy lejano, por ejemplo, en el centro sur y norte del oriente del país.

La producción de semillas es un eslabón fundamental en el desarrollo agrícola, pero no basta con los protocolos que en base a la actividad científica garanticen mejores semillas, es necesario también garantizar su disponibilidad a gran escala y la posibilidad de cada nivel de producción de acceder a las mismas, para lo cual actualmente no se cuenta con la infraestructura y el soporte tecnológico necesarios en cuanto a volumen ni calidad.

El enfoque de “Eco-barrio” promueve la economía circular, aprovechando los residuos como materia prima reciclable, tanto con fines industriales como agrícolas y de reforestación, pero en general la estrategia de sostenibilidad socio-ambiental a nivel municipal, incluyendo los recursos terrestres, hidrográficos y atmosféricos, no está debidamente fortalecida, ni integrada a la solución de las problemáticas sociales, económicas, físicas, etc., existentes a esa escala.
Acciones.

Todas las acciones recopiladas, luego de su análisis, procesamiento y adecuación, han sido agrupadas en dimensiones del sistema de producción agropecuaria para facilitar su comprensión e implementación, sin embargo, es conveniente aclarar que algunas de ellas, por su integralidad, pudieran formar parte de varias de las dimensiones señaladas.

NOTAS:
(Notas del autor de esta información para facilitar la comprensión de lo expuesto en el documento presentado por la SEAP)

(1) ANAP. Asociación Nacional de Agricultores Pequeños. Creada el 17 de mayo de 1961, en el marco del su Primer Congreso, al amparo de las leyes revolucionarias y en su Reglamento general se define que por voluntad y decisión expresa del campesinado cubano, es la organización de masas de los cooperativistas, campesinos y sus familiares, cuyos intereses económicos y sociales se corresponden con el desarrollo armónico de la construcción del Socialismo; sus proyecciones están basadas y orientadas hacia el cumplimiento de la política agraria de la Revolución (ECURED)
(2) OSDE son las siglas de Organización Superior de Dirección Empresarial. Una búsqueda en la Enciclopedia cubana ECURED no la describe; sin embargo, en la misma si se brindan algunas informaciones vinculadas a ellas. Ver: “Organización Superior de Dirección Empresarial”.
Ver también: Organización Superior de Dirección Empresarial (OSDE) en el sitio del Ministerio de la Agricultura.
(3) UEB. Unidad Empresarial de Base. Las UEB son divisiones creadas por la organización superior de dirección empresarial o la empresa para organizar procesos de producción de bienes y/o prestación de servicios. Una búsqueda en ECURED, devuelve la siguiente lista de UEB
(4) CITMA. Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente. Es el organismo cubano encargado de dirigir, ejecutar y controlar la política del Estado y el Gobierno en materia de ciencia, tecnología, medio ambiente y uso de la energía nuclear, propiciando la integración coherente de estas en el desarrollo sostenible del país. (ECURED)

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ESTA ES UNA PUBLICACIÓN DE LA RED DE LA FEDERACIÓN INTERNACIONAL DE COMUNICADORES POPULARES (RedFICP)

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