Pueblos: España y Francia: “olvidos” y mentiras. Por Orestes Martí
En el mes de agosto del pasado año 2018, publicamosLa Emigración (Española) que se pretende olvidar, en el que hicimos referencia a la primera edición del libro “Alberdi, el vasco” que se produjo en el mes de enero del año 2007.
Conocimos al comunista y guerrillero Luis Alberdi Cendoya, cuando cumpliendo -una vez más- su deber internacionalista, se fue a Cuba con su familia a apoyar al naciente poder revolucionario, prestando sus servicios técnicos en el -entonces en proceso de construcción- Puerto Pesquero de La Habana, donde posteriormente trabajó hasta su jubilación en los talleres de reparación de barcos.
Nos presentó el español Alberto Casals, otro internacionalista español que había luchado en las filas del Ejército Rojo y obtenido los grados de sargento.
Muchas historias y detalles nos contó Alberdi… y muchos mitos nos ayudó a eliminar de nuestro “arsenal de información manipulada”, que a través del tiempo y lecturas de “fuentes poco confiables” habíamos acumulado.
Hoy el anteriormente mencionado libro está agotado, pero las conversaciones e intercambios con Alberdi, no. Por ello, cuando nos llegan informaciones como la aparecida recientemente en la publicación rusa Sputnik, nos hace volver sobre aquellos inolvidables momentos y recordar cuanta mentira se ha escondido -y aún se esconde- por los que han pretendido y pretenden -y en ocasiones con cierto éxito- tergiversar y reescribir la historia.
A continuación -como de costumbre, de forma íntegra- el trabajo de Sputnik.
CC0 / pixabay
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La historia silenciada de la liberación de París o las tres guerras de Amado Granell Luis Rivas
El 24 de agosto de 1944 la capital francesa cumple cinco días de insurrección contra la ocupación nazi que dura ya cuatro años. En la tarde, un todoterreno Opel incautado al ejército alemán llega a la plaza del Ayuntamiento de París con el primer militar del ejército francés libre.
Es el símbolo del comienzo de la liberación; es el primer soldado aclamado por los ciudadanos que desafían a los snipers alemanes.
Es Amado Granell Mesado, español nacido en Burriana (Castellón), que forma parte de La Nueve, la compañía de la II División Blindada del general Philippe Leclerc, elegida por Charles De Gaulle para ser la primera en entrar en la capital de Francia.
El teniente Granell, mano derecha del jefe militar de La Nueve, el francés Raymond Dronne, es recibido en el consistorio parisino por el jefe del Comité Nacional de la Resistencia, Georges Bidault, y el prefecto de la región. Juntos posan en una instantánea que se convertirá en una de las mayores “fake news” de la historia política y militar.
El diario Libération publica al día siguiente en primera página, bajo el titular ¡Han llegado!, una gran foto del encuentro en el interior del Ayuntamiento.
El nombre de Granell no es mencionado; el pie de foto le señala como “un militar norteamericano”.
Nada se dice tampoco de los españoles que componen La Nueve, la unidad de choque de la 2 DB de Leclerc, de cuyos 160 miembros, 146 son españoles. Los primeros soldados aliados en desafiar, pocas horas más tarde, el cerco que los nazis todavía ejercían sobre París.
Y no será porque los españoles de La Nueve quisieran dejar bien claro lo que representaban. Los vehículos blindados semiorugas (halftracks) y los tanques que conducían llevaban escritos en su chapa los nombres de las principales batallas de la guerra civil española: Guadalajara, Brunete, Guernica, Madrid, Teruel, u otros nombres más folclóricos, como España cañí.
Una mayoría de anarquistas, comunistas, o republicanos moderados como Granell, formaba la unidad que también fue elegida por Charles De Gaulle para escoltarle en su famoso paseo por los Campos Elíseos, dos días después, desplegando banderas de la República española es sus vehículos. Todo, bajo la supervisión de Raymond Dronne y de su adjunto, Amado Granell.
De Gaulle reescribe la historia sin españoles
Hasta ahí llegó el homenaje De Gaulle a los republicanos españoles.
A partir de ese momento, había que reescribir la historia de un ejército y una nación francesa humillados por la ocupación nazi y de una Resistencia en la que participó una mínima representación de la ciudadanía nacional.
De Gaulle lanzó la frase clave, la segunda gran “fake news” en 24 horas.
“París, ultrajada; París, rota; París, martirizada, pero París liberada. Liberada por ella misma, liberada por su pueblo con el concurso de los ejércitos de Francia, con el apoyo y la contribución de Francia entera. Es decir, de la única Francia, de la verdadera Francia, de la Francia eterna”, dijo.
El futuro presidente tenía dos obsesiones: hacer olvidar la colaboración de sus connacionales con los nazis y evitar que los comunistas aprovecharan la ocasión para imponerse como los campeones de la liberación.
La mayoría de los españoles de La Nueve, habían pasado por campos de concentración franceses, ya sea en territorio continental o en la Argelia francesa.
Ante la amenaza del régimen colaboracionista de Vichy, que les amenazaba con entregarles a Franco, optaron por alistarse en la Legión Extranjera.
Muchos participaron en las batallas africanas contra la legendaria unidad de élite alemana, Afrikakorps, comandada por Erwin Rommel.
Tras el desembarco aliado en el norte de África, parte del ejército francés instalado allí, hasta entonces obediente de Vichy, cambió de chaqueta y se unió a los liberadores.
Todos y cada uno de los españoles participantes en esas batallas africanas, en el desembarco del 4 de agosto del 44 en Normandía, en los pavorosos combates antes y después de la liberación de París y hasta la toma del “Nido del Águila”, la guarida de Hitler en Berchtesgaden, merecen un capítulo de la historia sobre su experiencia.
Amado Granell reúne una serie de circunstancias que en cualquier otro país le hubieran valido un reconocimiento nacional por encima de ideologías.
Nacido en 1898, con 23 años se alista en la legión española para luchar en Marruecos. El llamado desastre de Annual, una de las mayores derrotas militares de la historia del ejército español, le afectó de tal manera que no dudó en jugarse la vida en enfrentamientos contra los combatientes del líder bereber Mohamed ben Abdelkrim en la guerra del Rif. Nombrado rápidamente jefe de escuadrón, solo las gestiones de su padre para repatriarle consiguieron sacarle del avispero norteafricano.
De retorno a la vida civil, fue vendedor de lámparas en Valencia y se convirtió en electricista. Se casó y abrió un comercio en la ciudad de Orihuela, adonde se trasladó con sus tres hijos. Militante del sindicato UGT y miembro del partido Izquierda Republicana, del presidente Manuel Azaña, al inicio de la II República, Granell se distingue por ser un republicano moderado, laico, alejado de posiciones radicales.
Pasajero del Stambrook La sublevación contra la República le empuja a integrarse en el ejército popular, con el que participó en las principales batallas contra las tropas franquistas: Toledo, defensa de Madrid, Teruel… Granell, jefe de la 49 División del derrotado ejército republicano, embarca en el puerto de Alicante en el famoso buque Stambrook, con destino a Orán, tres días antes del final oficial del conflicto.
En la Argelia francesa es considerado por las autoridades de Vichy un “indeseable” como el resto de los refugiados españoles. Pasa por campos de reclusión antes de ayudar a los servicios secretos de los aliados en el desembarco en el norte de África (noviembre del 42), uno de los episodios indispensables para acabar con el avance nazi en territorio continental. Un mes más tarde, se alista en la unidad de voluntarios Corps francs d”Afrique, como muchos otros republicanos españoles, y participa en las batallas que permitirán la liberación de Túnez.
Marruecos y Gran Bretaña serán sus siguientes pasos antes de desembarcar en Normandía y empezar una gesta que le valió las más altas condecoraciones militares de Francia. Recibió la Legión de Honor, la máxima distinción francesa, de manos del presidente socialista Vincent Auriol. En el mismo acto, el general Leclerc se dirigió a Granell con estas palabras: “Si Napoleón creó la Legión de Honor para recompensar a los valientes, nadie la merece más que usted”.
Recibió honores, pero también el silencio y la ocultación en los libros de historia y en los archivos militares de ese mismo país que le ofreció la nacionalidad así rechazada: Amo a España como madre y a Francia como novia”. Intermediario entre socialistas y monárquicos
Agotado y enfermo, el ejército francés le concedió el retiro el 27 de noviembre de 1944. Granell comenzaba otro capítulo especial en su vida. Retornó clandestinamente a España donde seguía empeñado en batallar por la libertad. Su lucha se convertía ahora en política. Su intención, ayudar a la unión de toda la oposición a Franco — derecha e izquierda — , actuando de emisario entre socialistas y monárquicos.
Para ello, se acercó a dirigentes socialistas como Largo Caballero o Indalecio Prieto, y conservadores como Gil Robles. El PSOE aprobó la idea en el congreso celebrado en Toulouse en marzo de 1948. Los socialistas firmaron un pacto en ese sentido con la Confederación de Fuerzas Monárquicas ese mismo año en la localidad francesa de Saint-Jean-de-Luz.
Pero el reconocimiento internacional a Franco truncó esa posibilidad.
Juan de Borbón supo que jamás obtendría el trono y se encontró con el dictador en el buque Azor, poniendo fin así al sueño de Granell. El héroe de París volvió a Francia y abrió en la capital un restaurante, Los Amigos, el único español de la ciudad.
Granell sigue entrando y saliendo de España clandestinamente, utilizando diferentes pasaportes. En uno de esos viajes conoce a la que se convertiría en su segunda esposa.
En 1963 se instala en la región de Alicante y abre una tienda de electrodomésticos.
El 12 de mayo de 1972, cuando se dirigía al consulado de Francia en Valencia, su coche vuelca y el veterano militar muere a la altura de la localidad de Sueca, en cuyo cementerio será enterrado.
Las autoridades francesas hacen grabar una placa en su tumba con las iniciales L.H., Legión de Honor.
Olvidado en Francia, ignorado en España, solo la labor de periodistas y algún historiador rescata del olvido absoluto la vida y la obra de Amado Granell.
Si no hubiera sido por la periodista Evelyn Mesquida y su libro “La Nueve, los republicanos españoles que liberaron París”, la epopeya de esa unidad española seguiría en el olvido. El libro de Rafael Torres, “El hombre que liberó París” era el único dedicado a Amado Granell hasta que en 2016 un historiador francés de origen español, Cyril García, publicó “Amado Granell, libérateur de Paris”.
El cainismo español sigue haciendo de la memoria histórica un arma de guerra en periodo de paz. A ello hay que añadir el sectarismo entre las diferentes formaciones de izquierda.
Cuando en 2015 se propuso a la alcaldesa de Sueca dar el nombre de Granell a una calle, la regidora, perteneciente al partido Compromis, aliado valenciano de Podemos, se negó argumentando que “en Sueca hay cosas más bonitas a las que dedicar una calle”. Triste disputa.
Sin duda, Amado Granell habría preferido permanecer en el anonimato antes de que su persona fuera motivo de polémica por el nombre de una calle. Él, que abrió la llegada de las fuerzas aliadas para obtener la liberación de la capital de Francia.
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